El peso económico de las ciudades europeas

Compartimos un reportaje aparecido en la web elordenmundial.com sobre el peso económico de las principales ciudades europeas en relación al PIB que producen. Se observan fenómenos muy interesantes como la centralidad de Madrid (o el eje Madrid-Barcelona en España) o París, frente a la distribución regional que hay en Italia o Alemania (naciones con una historia bastante distinta y conformadas por una unión de regiones más o menos autónomas).

Link a la noticia original: aquí.

El mapa del peso económico de las ciudades en Europa

31 enero, 2021


Las capitales suelen convertirse en espacios que concentran la población y riqueza de sus respectivos países, y es frecuente que sean la mayor ciudad de cada Estado. Sin embargo, en el mapa del peso económico de las ciudades en Europa, no todos los sistemas urbanos se comportan igual, y mientras que en algunos países europeos las capitales generan macrocefalias urbanas que ahogan al resto del territorio nacional, o a una parte importante de él, privándolo de recursos, población y riqueza, en otros existen sistemas urbanos bien jerarquizados o sistemas urbanos policéntricos.

Toda ciudad, por pequeña que sea, genera una macrocefalia sobre su entorno. A su vez, las ciudades tienden a jerarquizarse en el mapa según su peso económico, demográfico o cultural, sea en Europa o en cualquier otra región. Normalmente ocurre mediante ciudades grandes con servicios muy especializados, ciudades medias con servicios regionales y pequeñas ciudades de ámbito comarcal. El problema se genera cuando esta macrocefalia aumenta su área de influencia sobre toda una región o sobre todo el país, destruyendo en su crecimiento la jerarquía urbana del resto del territorio y privando de oportunidades, recursos y mano de obra al mismo. Esto les convierte en el único lugar con funciones especializadas en cientos de kilómetros a la redonda.

Estas macrocefalias son más evidentes y normales en Estados pequeños, y más preocupantes en Estados de mayor tamaño que deberían tener capacidad de poseer varias ciudades con diferentes niveles de funciones. Por ejemplo, en Malta o Luxemburgo, las ciudades de La Valeta y Luxemburgo concentran la inmensa mayoría de la población y el PIB de sus respectivos países. O en Estonia y Letonia, donde Tallin y Riga poseen un 65 y 70% del PIB, respectivamente.

No obstante, para detectar una macrocefalia no solamente hay que fijarse en el porcentaje de PIB o población concentrado en una ciudad, sino también en si existen más ciudades con tamaños y funciones intermedias, o en la riqueza y población que quedan en el resto del país.

España concentra un tercio de su riqueza en Madrid y Barcelona, en lo que se denomina un sistema bicéfalo —con dos cabezas de similar importancia—, y solamente reparte el 22,4% del PIB fuera de las regiones urbanas con más de 1% de PIB, siendo el país de Europa con mayor desequilibrio. Esto implica que la base del sistema es débil, con gran parte del territorio sin apenas actividades económicas. Tampoco existen ciudades intermedias entre el binomio de Madrid-Barcelona y el resto de la red, profundizando aún más los desequilibrios. Por último, Madrid ejerce una de las más claras macrocefalias de Europa, donde solamente Zaragoza y ciudades periféricas próximas a la costa llegan a poseer un 10% del PIB de la capital, dejando la mayor parte del interior del país desestructurado en favor de Madrid.

París ejerce otra poderosa macrocefalia sobre el norte de Francia. Sin embargo, tiene un sur y una costa atlántica mejor estructurados. Por su parte, Londres concentra también un tercio del PIB británico, pero la macrocefalia londinense no está tan marcada, y si bien no hay una ciudad que pueda competir individualmente con Londres, el conjunto del área urbana de las Tierras Medias, con ciudades como Liverpool, Mánchester, Birmingham o Leicester, sí que lo hace. Esto genera un desequilibrio entre en eje Londres-Liverpool, donde se acaba concentrando más de la mitad del PIB, y el resto del país.

Italia y, sobre todo, Alemania son ejemplos de redes urbanas bien estructuradas, aunque ambas presentan algunos desequilibrios internos. A favor de ambas juega el hecho de haberse formado a partir de la unión de varios pequeños países que tenían sus propias estructuras urbanas. En Alemania existe un sistema de muchos núcleos con varias grandes ciudades especializadas, aunque Berlín va conformando una macrocefalia sobre Alemania del Este. En Italia existe un desequilibrio norte-sur, con un sistema urbano ejemplar en el norte y una red urbana más endeble en el sur.

La ciudad de los 15′

“Este orden se compone de movimiento y cambio; y aunque estamos hablando de vida, y no de arte, podemos quizá, un poco caprichosamente, hablar del arte de formar una ciudad y compararlo con la danza. No una danza precisa y uniforme en la que todo el mundo levanta la pierna al mismo tiempo, gira caprichosamente y hace la reverencia en masa, sino un intrincado ballet donde cada uno de los bailarines y los conjuntos tienen papeles diversos que milagrosamente se refuerzan mutuamente y componen un conjunto ordenado.”

La cita anterior es de la página 85 de Muerte y vida de las grandes ciudades, de nuestra admiradísima Jane Jacobs. Ella llamará a este proceso el ballet de las aceras y hace referencia al devenir diario de una ciudad saludable, es decir, una ciudad donde su espacio público es de calidad y no un mero trámite que los ciudadanos deban recorrer en coche o transitando sus aceras vacías. Viene a cuestión esta cita por la propuesta que está desarrollando la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, basada en las observaciones del urbanista colombiano afincado en Francia Carlos Moreno.

La propuesta se denomina ciudad de los 15 minutos y, en esencia, propone que el día a día de los ciudadanos de París -por extensión, de toda ciudad- se lleve a cabo en una zona cuyo diámetro máximo sea el que se recorre a 15 minutos andando, en bicicleta o en transporte público. La excusa necesaria para la propuesta: el cambio climático, uno de cuyos factores principales es la movilidad de las personas usando el transporte privado, es decir, el coche. Y el momento perfecto: tras el confinamiento generado por el coronavirus, que ha puesto de manifiesta otras posibilidades, como las que ofrece el teletrabajo.

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En esencia, la propuesta no es otra que recuperar los barrios de toda la vida. Pero en estos tiempos de márqueting las ideas no se venden así, por lo que la ciudad de los 15 minutos se vertebra alrededor de tres pilares:

  • Cronourbanismo: Que el ritmo de la ciudad siga a humanos y no a autos.
  • Cronotopía: Que los metros cuadrados sirvan para muchas cosas distintas.
  • Topofilia: amar el barrio y hacer que nos guste vivir allí.

Dicho de otro modo: el cronourbanismo es seguir, por ejemplo, las propuestas de Jan Gahl en La humanización del espacio público: calles pensadas para peatones y no para vehículos, lugares donde sentarse y reposar, que inviten a ser transitados, llenos de otras personas; es decir, donde participar y observar el ballet de las aceras de Jacobs. La cronotopía es la diversidad de usos de Jacobs: que en cada calle existan dedicaciones múltiples: oficinas, comercios, colegios, bares y restaurantes; que estén a máxima capacidad a distintas horas, para que siempre haya gente, para que se mezclen los usos y los usuarios; para que el ballet tenga sentido y no sea un vulgar desfile militar donde todos marquen el mismo compás. El concepto de topofilia, sin embargo, es el que más nos cuesta de asimilar. Y volvemos a Jacobs para analizarlo.

La gente de una ciudad es móvil. Puede escoger cualquier cosa en toda la ciudad (incluso más lejos), desde un trabajo, un dentista, su ocio, los amigos, las tiendas, los espectáculos o, en algunos casos, las escuelas de sus hijos. Los habitantes de una ciudad no se encierran en el provincianismo de un barrio. ¿Por qué habrían de hacerlo? ¿La gracia de la ciudad no es la amplitud y riqueza de sus oportunidades? Ésta es precisamente la gracia de las ciudades. Más aún, esta misma fluidez de funciones y posibilidades de elección de los ciudadanos es precisamente el fundamente subyacente de la inmensa mayoría de las actividades culturales de una ciudad y de todo tipo de iniciativas.” (p. 147)

Dicho de otro modo: si vamos a habitar en un radio de 15 minutos… ¿para qué vivir en una ciudad?

La ciudad de los 15 minutos busca, en el fondo, una vuelta de tuerca al que ha sido el modelo imperante de gran parte del siglo XX, el racionalismo de Le Corbusier donde las zonas estaban separadas y las viviendas se convertían en grandes torres de hormigón cuyos cimientos quedaban deshabitados y carentes de espacio público, cedido al vehículo necesario para transitar de una zona a otra. En Estados Unidos se llamó suburbia, en Europa generó las ciudades del extrarradio y los grands ensembles franceses. Por ello, bienvenidas sean todas las propuestas que traten de devolver el espacio central de las calles a los peatones.

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Las propuestas concretas de esta iniciativa se traducen, según su promotor, Carlos Moreno:

La “ciudad de 15 minutos” en París comienza por hacer que las calles más importantes sean inaccesibles para vehículos de motor; convirtiendo las intersecciones actualmente obstruidas por el tráfico en plazas peatonales y creando “calles para niños” alrededor de las escuelas. Las calles peatonales o con tráfico reducido con vegetalización y diseño para estar allí, las calles para niños, sin tráfico automotor para prolongar las áreas de juego sin peligro y favorecer la actividad y encuentro físico. La escuela pública, un elemento estructurante de la República francesa, será la capital del barrio, como vector de transformación. Abrir las escuelas los fines de semana para transformar su uso, la creación de kioscos ciudadanos de proximidad como referentes de la presencia municipal, los platos artísticos, que pueden ser fijos o móviles para integrar la cultura urbana de proximidad, abrir la alcaldía con salas abiertas como lugar de estudio y encuentro, complementarias de los horarios de bibliotecas, el acompañamiento a las personas de tercera y cuarta edad para mejorar sus condiciones de vida, los centros Social Sport Club mezclando vida social y deportiva, el apoyo a los comercios de barrio con la creación de un establecimiento municipal gestionando su catastro y propiedad, un servicio municipal de policía sin armas letales, con paridad de género y formación para mediar y estar presente…

Motivos para estar a favor:

  • bienvenida sea toda promoción del espacio público;
  • peatonalización de arterías ahora entregadas al vehículo privado;
  • redes de proximidad;
  • iniciativas como huertas urbanas o comercio local, con capacidad para diluir la potestad globalizadora del capital y para crear redes sociales entre vecinos;
  • redescubrimiento de la zona donde uno vive.

Y otros que la iniciativa no tiene en cuenta:

  • sólo afecta a los residentes en la ciudad; ¿y todos aquellos que se desplazan a ella para trabajar, estudiar, disfrutar de su ocio?
  • por ahora sólo se centra en servicios públicos; pero los ciudadanos suelen desplazarse por motivos laborales o de ocio; ¿se va a incentivar a las empresas para que descentralicen sus sedes?
  • ¿qué sucede con los barrios centrales de las ciudades, cedidos al flujo de turistas?
  • Ojo a las posibilidades de gentrificación creciente que suponen estas iniciativas: espacio público de calidad supone aumento del precio de las viviendas en la zona.

Recreando los vínculos urbanos de proximidad, queremos favorecer toda clase de servicios que tienen una presencia física y representan una actividad económica y al mismo tiempo, son lugares de vida. Librerías, mercados, comercios, panaderías, toda clase de comercios, serán apoyados. La ciudad de París tiene una agencia que maneja su patrimonio inmobiliario dedicada a los comercios y actividades de servicios de proximidad, que será ampliada y reforzada para darle mayor impacto y amplificar estos servicios accesibles a los 15 minutos.

África, la próxima fábrica del mundo

Damos con un artículo publicado en La Vanguardia de Irene Yuan Sun, consultora en McKinsey y autora del libro The Next Factory of the World: How Chinese Investment is Reshaping Africa. El artículo trata sobre cómo la industria china ha empezado a desplazar sus fábricas a África, en un movimiento (capitalista) bastante lógico: durante los últimos 30 años, el capitalismo occidental encontró en China su filón dorado, un lugar donde los derechos humanos y laborales no eran muy tenidos en cuenta, donde la mano de obra era barata y donde la protección medio ambiental tampoco suponía un gran coste. En 30 años, como todos sabemos, China ha pasado de país pobre a potencia que rivaliza con Estados Unidos (y en algunos aspectos lo supera, hablamos del crédito social chino, la tecnogobernanza, pero también podríamos hablar del crecimiento de sus ciudadescrecimiento de sus ciudades).

Ahora que China ya no es tan pobre, al menos gran parte de su población, es lógico que empiece a deslocalizar sus fábricas a un continente que aún lo es: África. El artículo explica la historia de la propia autora, cuando, recién terminada la universidad, fue a África a dar clases a niños analfabetos. El máximo futuro posible para esos niños, parecía, iba a ser vivir la vida de sus padres y seguir siendo agricultores; por mucha educación que la autora pudiese impartirles, ése no parecía ser el camino hacia una vida mejor. En esas conoció a un empresario chino, al que describe como déspota, putero y sobornador, que, sin embargo, estaba consiguiendo, con sus fábricas y generando empleo, darles a los trabajadores la opción de una vida mejor.

Ésa es la dicotomía que subyace en el artículo: todos conocemos los desmanes de la industrialización, los hemos tratado innumerables veces en este blog a propósito, sobre todo, de las ciudades inglesas durante la Revolución Industrial. Similares desmanes suceden en cada progresiva industrialización (la china ha sido un ejemplo, con sus múltiples casos de sobornos, corrupción y ciudades inundadas de smog), por lo que, por una parte, da miedo la que se pueda avecinar sobre África, sus habitantes y sus recursos ecológicos. Por otro lado, son precisamente esos cambios los que han generado nuestras sociedades actuales y, sobre todo, las ciudades tal como las conocemos, las urbes, metrópolis, megápolis, ciudades globales; no hablaríamos de Haussmann sin la producción de las fábricas ni de globalización, capital flotante o gentrificación sin la desterritorialización propiciada por las TIC.

De ahí el tono agridulce que usa la autora: porque, pese a que no le desea a ningún país ese trago, también es consciente de los progresos que puede llevar; y porque África es esencialmente distinta a China, como China lo fue a Europa, y porque la industrialización allí llevará a procesos distintos de resultado aún desconocido. Ésa es la parte fascinante.

Artículo extraído de aquí.

África, la próxima fábrica del mundo

Una investigación en cuatro países africanos concluye que China, deslocalizando sus industrias y financiando otras, está propiciando en África lo mismo que sucedió dentro de sus fronteras: la industrialización, lo único capaz de reducir significativamente la pobreza. Como lo fue China en el pasado, pronto será África la fábrica del mundo


África, la próxima fábrica del mundo
Trabajadores en una fábrica de alimentación en África (GCShutter)
Irene Yuan Sun

Irene Yuan Sun es consultora en Mckinsey y autora de “The Next Factory of the World”

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Sólo tengo 30 años, pero he sido testigo de una época en que las calles en China tenían atascos de bicicletas y no de coches. Tal ha sido la velocidad de la transformación del país, provocada por el auge de la fábrica china. En el cuarto de siglo transcurrido desde que me subí por primera vez a un coche, China ha pasado de producir un 2% de la producción manufacturera mundial a producir un 25%*.

Durante ese tiempo, el PIB de China se multiplicó por treinta, y fue posible sacar de la pobreza a 750 millones de personas, la cifra más alta jamás alcanzada en un único período de la historia del mundo. China pasó de ser más pobre que Kenia, Lesoto y Nigeria a rivalizar con Estados Unidos por el título de mayor economía mundial.**

Sin embargo, por impresionantes que sean esas cifras, para mí, las verdaderas señales de desarrollo son los pequeños detalles que sólo son capaces de apreciar quienes han tenido que vivir sin ellos. Mis favoritos: Sprite ya no se considera como un capricho extraordinario, sino un refresco cotidiano; la gente hace ahora cola en el aeropuerto y no se empujan ferozmente; los establecimientos disponen de papel higiénico en los aseos; y nadie piensa que subirse a un coche sea algo especial. Sigue leyendo «África, la próxima fábrica del mundo»

Entrevista a Marta Peirano, autora de «El enemigo conoce el sistema»

Interesantísima entrevista a Marta Peirano (Madrid, 1975), periodista y autora de El enemigo conoce el sistema, en elsaltodiario. El libro trata la evolución de internet en nuestros días y el auge de la extracción de datos, o cómo las grandes empresas han monopolizado la red para convertirla en el lugar donde obtener data de sus usuarios.

La imposibilidad de legislar sobre las grandes compañías tecnológicas («ni siquiera Facebook sabe con certeza cómo funciona Facebook, ¿entonces cómo vamos a legislar sobre ello desde, por ejemplo, la UE?»), geopolítica («China es 1984 y Estados Unidos Un mundo feliz; el primero controla mediante el miedo y la represión, el segundo mediante el consumismo») o el crédito social chino, la entrevista no tiene desperdicio.

Entrevista elaborada por Pablo Elorduy, la copio íntegra de aquí.

Marta Peirano: “Internet no es el problema, la extracción de datos es el problema”

La periodista Marta Peirano (Madrid, 1975) ha publicado El enemigo conoce el sistema (Debate, 2019), un ensayo sobre el estado actual de internet y de las sociedades que están moldeando una serie de herramientas privadas.

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2019-09-19 06:14

Las imágenes, este verano, de miles de manifestantes tapándose las caras mediante láser para no ser identificados por los sistemas de control biométricos ha avanzado imágenes de un presente distópico, en el que la tecnología al servicio de la represión amenaza cualquier disidencia. El uso de las redes sociales para fomentar discursos del odio y para agrupar a los terroristas supremacistas en Estados Unidos refleja también cómo estas herramientas funcionan como vehículos para el auge de ideologías totalitarias.

La periodista Marta Peirano (Madrid, 1975) ha publicado El enemigo conoce el sistema (Debate, 2019), un ensayo sobre el estado actual de internet, un espacio nacido para la distribución horizontal entre iguales que se ha convertido en una herramienta utilísima de vigilancia, control y  manipulación de masas a través de la industria de extracción de datos. Peirano, que se define como “cero ludita” es, sin embargo, profundamente crítica con las grandes multinacionales de internet, que define como hongos que están consumiendo el cuerpo social.

Uno de los aspectos más vigentes y controvertidos de la expansión de las herramientas digitales e internet es el auge de los sistemas de vigilancia. El propio título del libro remite a una retórica bélica. ¿Cómo estas tecnologías están al servicio de eso que se ha llamado una “guerra civil global” que marca nuestro tiempo desde al menos 2008? 

Más que querer enmarcarlo en términos de guerra, que me parece que son términos que ejercen un impacto muy específico en la audiencia, creo que nos enfrentamos ahora mismo a la amenaza del cambio climático. No sabemos lo que va a pasar dentro de diez años pero lo que sí sabemos es que va a hacer mucho más calor que ahora, va a haber menos agua que ahora, menos comida —por la combinación de calor y escasez de agua—. Estas son predicciones que no son del oráculo de Delfos, en ellas confluyen el 96% de los científicos que se dedican a estudiar ese tema. En ese contexto, que haya un número de empresas que gestionan la evolución y el reparto de esos recursos a mí me parece un problema. Sobre todo cuando son empresas privadas que están sirviendo intereses no solo privados, sino también militares. Sabemos que las empresas chinas sirven al Gobierno chino, incluso se ha afianzado esa servidumbre con una ley, que es la Ley de Ciberseguridad de 2017. Si Huawei desembarca en tu país para desarrollar una plataforma que te va a servir para gestionar desde la sanidad hasta la energía o los transportes o la economía, etc., estás poniendo tu infraestructura al servicio del Gobierno chino. ¿A quién sirven las otras empresas? Esta es una pregunta interesante, en el sentido de que tenemos configurada una parte del puzzle muy claramente: la de los “otros”, pero no tenemos configurada la parte que nos afecta a nosotros más, que es qué pasa con las otras empresas, en qué se diferencia el gobierno chino del norteamericano. Uno es un gobierno abiertamente autoritario y el otro se está convirtiendo en un gobierno autoritario. Y hemos visto que esa transición puede ocurrir muy deprisa. Lo hemos visto en Hungría, por ejemplo.

Lo interesante de este periodo es que seguimos pensando en términos de naciones-Estado en el sentido de que, cuando hablamos de esa reconfiguración de los poderes intervencionistas, estamos pensando en términos de países y no de individuos, colectivos o empresas. Esto es un problema que no afecta de manera individual a un par de países que se pelean entre ellos o a una colonia que se deshace del yugo, sino que está afectando a todo el planeta por igual. Esta es una reconfiguración global, y sus herramientas, en un principio, no han sido tanto misiles como herramientas de vigilancia. En el momento en el que una de las empresas más poderosas del mundo es la empresa que utiliza todo el planeta para comunicarse con sus seres queridos, con sus jefes, con sus primos en el otro lado del planeta, estamos hablando de un ejercicio del poder que es global y que está centralizado en una sola empresa, o en este caso de unas cinco o seis empresas en todo el mundo.

 

Creo que hay dos visiones que en la izquierda que se contraponen y son contradictorias sobre ese asunto: ese papel de monopolios como futuros imperios que van a acabar con los Estados-nación o la subalternización a esos intereses, algo que se ha visto en el caso Huawei cuando Android amenazó con dejar de prestar servicio a la empresa china para garantizar ese poder económico y militar de Estados Unidos. ¿Cómo se da esa dialéctica en este momento?
No creo que Facebook, Google o Amazon se vayan a convertir en los ‘imperios’. Sí pienso que son herramientas perfectas para la construcción de esos imperios, y creo que esos imperios se están desarrollando con esa herramienta de extracción de datos que permite tener ese poder de predicción y manipulación que no conocíamos hasta ahora. Pero estamos tan preocupados por lo ‘digital’ que no lo estamos mirando en combinación con otras cosas como, por ejemplo, la ocupación de tierras.

Es significativo el proceso de deshumanización que está en marcha con respecto a los inmigrantes centroamericanos, generalmente guatemaltecos, hondureños, que están personificados en la famosa caravana, que fue el centro de la campaña de Donald Trump… Esos hondureños están huyendo porque les han echado de sus tierras. ¿Quién les ha echado de sus tierras? Si te pones a investigar, son víctimas de una colonización de tierras previa por parte de grandes empresas de desarrollo, agroganadería, que están plantando en general soja, caña de azúcar y café. Es gente que huye, y que está huyendo de sus propias tierras, que eran su único medio de subsistencia. Y el país cuyas empresas han colonizado esas tierras es el país que les está demonizando. Me parece relevante que, sobre la famosa campaña que hicieron los militares en Myanmar a través de Facebook —una campaña de deshumanización de los rohingya—  se ha hecho una lectura sobre el racismo, que lo hay, pero no se ha hecho la lectura de quién se ha querido quedar con las tierras donde vivía esta gente. Son tierras en las que llevan viviendo 200 años y de repente su gobierno ha querido venderlas para que otros las exploten. En esos términos creo que es en los que se hace una lectura interesante. Que estas herramientas de vigilancia y de extracción y manipulación están sirviendo al mismo tiempo que se está recolonizando el terreno. Sigue leyendo «Entrevista a Marta Peirano, autora de «El enemigo conoce el sistema»»

Chalecos amarillos: un análisis

El movimiento de los chalecos amarillos ha sido un movimiento social organizado en Francia y surgido a propósito del aumento del precio de los carburantes en el país galo durante octubre de 2018. El movimiento pronto ganó impulso y pasó a tratar otros temas, sobre todo la pérdida del poder adquisitivo y la injusticia fiscal. A pesar de lo relevante de su magnitud, los medios tradicionales no le han dado una cobertura proporcional, y a menudo su trato ha sido tangencial o muy reductivista.

Carlos Taibo, profesor de Ciencia Política y de la Administración en la Universidad Autónoma de Madrid, publica en ctxt.es un muy detallado ensayo sobre el movimiento, sus miembros, sus intereses, orígenes y posibles repercusiones.

Destacamos dos apuntes: el primero, la tercera forma de organización de huelgas, que el propio autor llama de distribución. Hasta ahora existían dos huelgas tradicionales:

  • huelga de producción, que traba la generación de bienes y servicios,
  • y huelga de consumo, que traba el consumo de dichos productos.

Con su método habitual de protesta, que es la ocupación de las rotondas en las carreteras, los chalecos amarillos han llegado a una nueva forma, la huelga de distribución, cuyo objetivo es impedir que los bienes lleguen a los centros comerciales. Nos viene a la mente el símil de Manuel Delgado (Ciudad líquida, ciudad interrumpida) del flujo de personas y mercancías en la ciudad con el de los líquidos al fluir o verterse.

Y por otro lado, las palabras de Taibo sobre quiénes forman el grupo de chalecos amarillos nos lleva a leer entre líneas una de las reflexiones que hacía Jordi Borja en La Ciudad conquistada: los elementos que no forman parte de la ciudad son aquellos que la propia ciudad ha generado, y no son más que la forma que tiene la ciudadanía de indicar que no está de acuerdo con el modelo que la ciudad (o Estado, o metrópolis, o conurbación) le está proponiendo.

Sin más, copio el texto completo, extraído de aquí.

Chalecos amarillos, un balance provisional

Este movimiento enormemente dispar se ha ido constituyendo como un genuino contrapoder débil pero eficaz. Inasible por las instituciones tradicionales, su fortaleza se derivaría de su liquidez y de su multiplicidad
Carlos Taibo

<p>Manifestación de los chalecos amarillos el pasado 24 de noviembre en los Campos Eliseos, París.</p>

Manifestación de los chalecos amarillos el pasado 24 de noviembre en los Campos Elíseos, París.

BENOIT TESSIER

11 de Septiembre de 2019

La atención que el movimiento francés de los chalecos amarillos –los gilets jaunes– ha suscitado por estos pagos ha sido más bien escasa. Pareciera como si se sobreentendiese, por un lado, que se trata de una iniciativa vinculada estrechamente con la singular realidad del país en que ha germinado y, por el otro, que su destino ineluctable es desaparecer. Sobran las razones, sin embargo, para recelar de esas dos intuiciones que impiden –parece– prestar atención a hechos importantes.

Uno de esos hechos asume la forma de la enorme dificultad que arrastramos en materia de predicción de lo que está llamado a ocurrir con movimientos de muy diverso cariz y, más allá de ellos, con la biología de la realidad social. Y eso que en Francia se habían revelado al respecto señales de muy diverso orden, como las que asumieron la forma del rechazo popular de la llamada Constitución europea en 2005, del crecimiento paulatino de la abstención electoral, del auge del Frente Nacional, de la manifestación de movimientos varios en las banlieues de las grandes ciudades o, más recientemente, de la aparición de iniciativas como Nuit Debout. Parece servida la conclusión de que los treinta gloriosos –la edad de oro de los Estados del bienestar– han quedado muy atrás, de tal suerte que las reglas del juego correspondientes han sido dinamitadas.

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Formas alternativas de organización en las protestas de Hong Kong

Hace casi tres meses que empezaron las protestas en Hong Kong contra la ley de extradición a China y, lejos de reducirse con el tiempo, parece que van a más y que sus formas de organización evolucionan. No es ninguna sorpresa que las redes sociales se han usado durante la última década como forma de organización peer to peer que escapa al control del gobierno de turno; pero, teniendo en cuenta tanto el férreo control sobre internet que ejerce China como sus medidas, ya bastante implementadas, sobre el crédito social y lo que supone sobre reconocimiento facial, Big Data y seguimiento de sus usuarios, no es sorprendente que los habitantes de Hong Kong hayan optado por recurrir a métodos alternativos para organizar las protestas.

Copio la noticia íntegra de xataka, redactada por Raúl Álvarez.

Así es como ‘Pokémon Go’, ‘Tinder’ y otras apps se han convertido en herramientas importantísimas en las manifestaciones de Hong Kong

 

Miremos por un momento a Hong Kong y sus manifestaciones. A diferencia de las protestas de 2014, ahora no están usando Facebook ni WhatsApp. No hay aparentes líderes y todos se organizan en canales cifrados de Telegram y foros privados de internet. El envío de comunicaciones es a través de aplicaciones como Tinder y por medio de AirDrop de Apple. Se hacen reuniones clandestinas disfrazadas de quedadas de ‘Pokémon Go’ con la ayuda de conductores de Uber que también comparten su ubicación por Telegram. Así se libran en pleno 2019 las batallas por defender los derechos e ideales en Hong Kong.

A casi tres meses de que se inició el movimiento de protesta en Hong Kong, que nació como rechazo al proyecto de ley que permitiría extraditar ciudadanos hongkoneses a China, así como una disminución en ciertas libertades del país, hemos visto una escalada en la violencia donde se han incluido amenazas claras hacia los manifestantes.

Ante este escenario, los responsables de estas protestas han adoptado una ingeniosa estrategia que ha consistido en usar algunos de los actuales servicios digitales y aplicaciones móviles para comunicarse, organizarse y ocultar sus identidades.

Y es que estamos ante las movilizaciones ciudadanas más multitudinarias desde los disturbios de 1967, cuando el país aún se encontraba bajo el control británico. Y mucho de lo que estamos viendo ahora también parte de lo aprendido en aquel ciclo de protestas de 2014, conocido como «Movimiento de los Paraguas«, cuya organización se basó en Facebook y donde la policía se centró en las cabezas del movimiento para restar liderazgo y evitar que las manifestaciones crecieran.

Cuando las batallas ya no sólo se libran en las calles

En los últimos meses, hemos visto como las calles de Hong Kong han estado abarrotadas de manifestantes que buscan mantener esa cierta autonomía de China, mientras que el régimen comunista sigue buscando métodos para llevar acabo su ansiada convergencia. Esto ha llevado a que los ciudadanos se estén organizando de una forma impresionante con acciones que nunca antes se habían visto.

Aquí tenemos, por ejemplo, el uso de láseres contra la policía para evadir los sistemas de reconocimiento facial o la decisión de comprar billetes de tren físicos en lugar de usar la tarjeta ‘contactless’, esto por temor a ser identificados. Y es que estamos hablando de un gobierno que cuenta con un avanzado sistema de vigilancia masiva, el cual incluye desde cámaras con inteligencia artificial, hasta reconocimiento facial y corporal, así como el famoso sistema de puntaje ciudadano y de control conocido como «Crédito Social».

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Ante esto, los manifestantes se las han ingeniado para para mantenerse en pie de lucha aprovechando las herramientas que hay a su alcance. En inicio comenzaron con mensajes cifrados vía Telegram, pero tras el ataque DDoS a la plataforma, que el CEO de Telegram achacó a las autoridades chinas, han tenido que ponerse aún más creativos.

Los manifestantes también se apoyaron en un inicio en Twitch, donde transmitían información dirigida a la población, pero el gobierno chino encontró la manera de bloquear estos canales.

Ante esto, los ciudadanos ahora están haciendo uso de ‘Tinder’, donde han creado perfiles que muestran detalles del origen de las manifestaciones, lo que está pasando en el país, desde el punto de vista de los manifestantes, y pidiendo apoyo para que se sumen y difundan la información a más personas. Todo este tipo de comunicados e información se difunden en las mismas fotos de perfil, pero tras hacer «match» con alguno de estos perfiles, es cuando pueden estar en contacto y comunicarse con algunos de los miles de hongkoneses que están detrás de esto, y de quienes se desconoce su identidad.

tinder

Pero Tinder es apenas la punta del iceberg, ya que también están usando el sistema de transferencia de archivos de Apple, AirDrop, el cual sirve para llegar a una mayor cantidad de usuarios anónimos en lugares públicos y llenos de gente, como el transporte público. Aquí se aprovecha el que muchos usuarios de iPhone lo tienen habilitado por defecto para recibir archivos de cualquier persona, por lo que los manifestantes pueden envíar imágenes con información de las protestas y paros.

airdrop

AirDrop también está ayudando a difundir la información entre la población de China, quienes no pueden tener acceso a algunas de las aplicaciones móviles y plataformas debido al ‘Gran Firewall’. Incluso se ha reportado que algunos turistas han recibido este tipo de imágenes en sus iPhone cuando viajan en trenes o el metro, lo cual se ha convertido en una nueva forma de repartir folletos informativos en la calle.

Mapa Pokemon Go
Imagen que invita a diversas quedadas de Pokémon Go que en realidad son reuniones cuyo objetivo es que evolucionen en protestas.

 

Uno de los casos más curiosos de estas herramientas es el uso de ‘Pokémon Go’, ya que tras la prohibición de la policía a las manifestaciones, los ciudadanos han decidido crear eventos masivos de ‘Pokémon’ cuyo objetivo es que evolucionen hasta convertirse en protestas multitudinarias.

Image1 Otra imagen que invita a un evento de caza de Pokémon, que en realidad es una reunión para manifestarse contra China.

Ante el riesgo que significa manifestarse tras la prohibición, lo cual muchas veces deriva en arrestos y ataques, los ciudadanos usan canales privados de Telegram para informar desde la ubicación de la policía, la situación de los diferentes frentes, hasta la ubicación de puestos de primeros auxilios, máscaras contra gas, gafas protectoras, botellas de agua y ‘Ubers de escape’.

Uber Hong Kong Imagen que llama a voluntarios en Uber a sumarse a las protestas.

Dentro de estos canales también se encuentran voluntarios de Uber, quienes se ponen en contacto con los administradores de los canales para compartir su ubicación en tiempo real, y así los manifestantes puedan tener una vía de escape inmediata en caso de que aumente la violencia. Los conductores de Uber tienen desactivada la aplicación y localización en la app, y todo se hace a través de Telegram. De hecho, antes de cada protesta se dan a conocer diversos puntos de recogida para llevar gente a las manifestaciones, y posteriormente se define el sitio para casos de evacuación.

Pero además de todas estas plataformas y aplicaciones, los manifestantes usan LIHKG, el llamado Reddit de Hong Kong, donde se organizan y dan a conocer los días y horas para las siguientes protestas, que no sólo están disfrazadas de reuniones de ‘Pokémon Go’, también son «grupos de lectura de la Biblia» y «tours turísticos por la ciudad». Así como la realización de pequeños vídeos en Douyin, la versión china de TikTok.

China se suma a la batalla digital

Pero los ciudadanos no son los únicos que están aprovechando las herramientas digitales para comunicarse y organizarse, ya que el mismo gobierno chino ha estado implementando estrategias que buscan informar a los ciudadanos, tanto de China como de Hong Kong, su versión de los hechos y el cómo estas manifestaciones están afectado la imagen del país en todo el mundo.

Desde hace unas semanas, China ha estado difundiendo vídeos pro-militares en Douyin, la versión china de TikTok. Algunos de estos vídeos muestran simulacros antidisturbios ejecutados por el Ejército Popular de Liberación, así como vídeos con amenazas claras hacia los manifestantes.

 

Por ejemplo, en uno de los vídeos aparece Yang Guang, representante de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao en China, advirtiendo a los manifestantes que «los que juegan con fuego perecerán por ello». Y en un segundo vídeo el mismo representante amenaza con que el castigo desde China llegará y «sólo es cuestión de tiempo».

«Me gustaría advertir a todos los criminales: nunca juzguen mal la situación y no confundan nuestra compostura con debilidad».

Esta misma semana, China publicó un inquietante vídeo donde tropas militares se dirigen a la frontera de Hong Kong, esto tras la toma del aeropuerto por parte de los manifestantes, que llevó a la cancelación de más de 1000 vuelos.

También han aparecido fotografías aéreas en redes sociales mostrando a las tropas chinas junto a la que a día de hoy ha sido la advertencia más clara ante una posible intervención: «Nos toma 10 minutos desde Shenzhen… al aeropuerto de Hong Kong».

Una sentencia confirma que los «riders» son falsos autónomos

Una de las asignaturas del postgrado sobre Smart Cities: Ciudad y Tecnología que hice en la UOC hará ya un par de años era Tecnogobernanza y estudiaba los nuevos fenómenos urbanos, especialmente los relacionados con las nuevas tecnologías. A partir de esa asignatura empecé a interesarme por el fenómeno de la economía colaborativa (sharing economy), término hoy en día muy mal usado y que nació para referirse a las posibilidades de negocio que surgían donde la empresa se convertía en intermediaria (normalmente mediante una app) y eran los propios usuarios tanto los vendedores como los consumidores. Wallapop es un buen ejemplo, pero también lo fue en su momento blablacar, que conectaba a viajeros que hacían el mismo recorrido para que compartiesen vehículo y ahorrasen en los costes.

Con el tiempo, sin embargo, se dio un abuso de este fenómeno por parte de las empresas que una compañera del posgrado denominó «uberización de la economía»: surge un nuevo modelo de negocio en el que la empresa se aprovecha de este sistema para tener trabajadores baratos con la excusa de que ellos escogen sus propias condiciones. Uber era un buen ejemplo en su momento, pero creo que hoy en día deliveroo y sus «riders» se llevan la palma: ciclistas que tienen que poner la bicicleta, la ropa, los elementos de seguridad, el smartphone e incluso comprar a la propia empresa un pack con la mochila que les cuesta 60 euros, sin seguridad social ni prestación alguna porque la empresa sólo les permite trabajar si se dan de alta como autónomos. Movimiento maestro por parte de estas empresas, porque se ahorran cotizaciones a la seguridad social, vacaciones, elementos físicos como almacenes, mutuas, reparaciones… cuyos gastos recaen todos o bien en el trabajador o bien en la propia sociedad (en caso de accidente recurrirán a la sanida pública, las carreteras que transitan son de propiedad pública, etc).

Me interesé por el tema porque hace un par de años empezaban las movilizaciones por parte de los «riders» (los ciclistas de deliveroo, Glovo, etc) contra sus empresarios y las condiciones abusivas. Desde entonces ha habido un aluvión de demandas, algunas de las cuales se han saldado antes de llegar a juicio (se supone que a cambio de sumas importantes) y otras han generado en sentencias tanto a favor como en contra de las empresas, aunque la mayoría se decantan por definir la relación entre empresa y trabajadores como laboral, es decir, que los trabajadores eran falsos autónomos.

Esta semana el Juzgado de lo Social número 19 de Madrid da la razón, en una nueva sentencia, a la Inspección de Trabajo, que tras una ardua investigación llegó a la conclusión de que los trabajadores eran falsos autónomos.

Copio la noticia que se da en El País porque en ella aparece la sentencia íntegra. Sigue leyendo «Una sentencia confirma que los «riders» son falsos autónomos»

Patrullas urbanas contra carteristas en el metro de Barcelona

Los carteristas del metro de Barcelona se han convertido en la noticia del verano. No son una novedad, el metro de Barcelona lleva años siendo azotado por esta lacra, que sufren especialmente los turistas, y las noticias invaden de vez en cuando las televisiones con unas breves imágenes en las que se ve, a menudo, a jóvenes marroquís o del Este ocultando su cara y revelando que lo hacen porque no encuentran trabajo y es triste pedir pero más triste sería robar y todo eso. Las noticias a menudo sacan a un simpático policía o Mosso explicando que, por mucho que quieran y por mucho que los detengan, con la ley en la mano poco se les puede hacer, y a la media hora vuelven a estar en la calle, es decir, en el metro, robando de nuevo.

Pero si el tema se ha vuelto tan noticiable este verano es porque algunos ciudadanos se han organizado y han formado patrullas urbanas que entran en los vagones a la busca de carteristas y con el objetivo de avisar a los turistas. Cuando encuentran a los carteristas, hacen sonar sus silbatos para avisar a todos los pasajeros e insisten hasta que los echan del vagón y, a ser posible, de las instalaciones del metro.

El tema se ha puesto aún más candente porque desde el consistorio de la ciudad se ha dejado claro que están en contra de este tipo de patrullas autoorganizadas. Esta semana el quinto teniente de alcalde de Seguridad y Prevención, Albert Batlle, avisó que combatiría el fenómeno de las patrullas ciudadanas. Durante una entrevista en la cadena SER, Batlle aseguró que «la responsabilidad de la seguridad, el orden público y la ordenanza de convivencia en democracia corresponde a la administración», por lo que «no puede haber autoorganización, es peligrosísimo”. Supongo que la lucha contra las patrullas tiene un origen doble:

  • por un lado, no deja de ser una acción ciudadana que deja en mal lugar la actuación policial; si las autoridades llevasen a cabo su cometido, no habría delincuencia en el metro, o no en la medida en que la hay actualmente. Aquí habría que hacer una distinción entre los policías, que pueden detener a más o menos carteristas, y las leyes que les impiden retenerlos o llevarlos a la cárcel, puesto que parece que la reincidencia no implica aumento de condena;
  • por otro lado, supongo que habrá miedo en el consistorio de que suceda algo realmente grave y haya un enfrentamiento que deje heridos entre los carteristas o las patrullas, o incluso un muerto entre éstos últimos; entonces sí que los ánimos se caldearían y las noticias echarían humo.

Ayer el conflicto entre Mossos y patrullas subió un peldaño en intensidad cuando una de las patrullas más conocida, la capitaneada por Eliana Guerrero, fue retenida media hora por las autoridades en la estación de Passeig de Gràcia. Las autoridades afirman que la retención se debe a que dos de los miembros de la patrulla llevaban de forma visible esprays de pimienta con los que amenazaban a los carteristas; desde la patrulla indican que todo eso es falso, y que simplemente fueron retenidos media hora.

Dejo las dos noticia, la primera redactada por Alba Losada y la segunda por Arturo Esteve, extraídas ambas íntegras de metropoliabierta. Sigue leyendo «Patrullas urbanas contra carteristas en el metro de Barcelona»

Realidades urbanas

Aparece un artículo en la web vaventura.com sobre las megalópolis y las distintas realidades urbanas, escrito por Juan Pérez Ventura. Tras una elegante introducción, plantea una pregunta que nos ha asaltado a todos en algún momento: ¿cómo es que la misma palabra, ciudad, se puede usar para referirse a Burgos (por ejemplo) y a Shanghai, cuando son realidades tan distintas? Por ello mismo, los geógrafos urbanos tienen un vocabulario mucho más amplio para referirse a ellas:

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La primera distinción es entre ciudad (espacio urbano con alta densidad de población, centro económico o social que normalmente supera los 10 mil habitantes, aunque su definición varía en cada país) y ciudad grande (lo mismo, pero con más de medio millón de habitantes). Luego entramos ya en ciudad global (siguiendo la definición de Saskia Sassen a la que ya nos hemos referido en este blog), aquella que no sólo suele tener un gran peso en su región y una elevada cantidad de población, sino (lo más importante) también un peso específico en el ámbito internacional. Nueva York, París, Londres, Tokyo.

Las megaciudades son concentraciones de ciudades: con más de diez millones de habitantes y un enorme peso en su región, suelen tener a su alrededor otras ciudades. El área metropolitana incluye a una ciudad con cierto peso y las ciudades menores que hay a su alrededor. Barcelona y la mayor parte de su provincia (Manresa, Mataró, Terrassa, Rubí, Sabadell, todas ellas), Madrid y la totalidad de la provincia. El autor no realiza aquí mayor distinción, pero en los apuntes del postgrado en Urbanismo de la UOC se diferenciaba entre el área metropolitana y la región urbana o metropolitana. Según aquella distinción, el área metropolitana de Barcelona incluye, por ejemplo, l’Hospitalet y Cornellá (entre muchas otras) pero no Mataró, mientras que la región urbana sí que incluye estas ciudades algo más alejadas.

Conurbación es cuando el área metropolitana coincide físicamente: entre Barcelona y Mataró hay 30 kilómetros, más o menos edificados, y distintas poblaciones, pese a la evidente unión de una con la otra; entre l’Hospitalet y Barcelona no hay distinción evidente al ir andando, una no se diferencia de la otra por ningún límite físico.

Las megalópolis son colosales estructuras que se generan cuando distintas áreas metropolitanas entran en contacto. Puede o no darse una conurbación o un corredor continuo, pero las influencias son evidentes. Uno de los ejemplos clásicos: el corredor de la costa Este de Estados Unidos, Nueva York, Boston, Filadelfia y Washington. No se trata de un continuo físico, hay espacios verdes entre las ciudades y sus regiones, pero conforman una región continua con un peso específico que agrupa a una gran cantidad de personas.

Finalmente, el corredor urbano discontinuo: se podría definir como una megalópolis cuyas ciudades están más distanciadas y entre las que hay grandes espacios no edificados o lugares de recursos naturales, pero aque aún así comparten un espacio común y unos nexos comerciales importantes. El corredor europeo del Rin es un buen ejemplo de ello.

Pego a continuación el resto del artículo, donde se listan las principales megalópolis y concentraciones urbanas del mundo. Sigue leyendo «Realidades urbanas»

China y sus estudios sobre el crédito social

Copio de xataka esta noticia sobre el crédito social, una iniciativa que el gobierno chino está estudiando para implantar a partir de 2020. La medida busca generar, mediante big data, una especie de lista en la que colocar a cada ciudadano en función de su comportamiento. Los alphas, betas y hasta epsilon de Un mundo feliz, pero sin condicionamiento genético y sí en función de sus actos.

«Estimados pasajeros: cumplan las normas para evitar puntos negativos», así está implementando China su crédito social

"Estimados pasajeros: cumplan las normas para evitar puntos negativos", así está implementando China su crédito social

Imagina una sociedad donde todos llevamos un número flotando sobre la cabeza y dicho número decide tu suerte: si estás en un buen puesto, puedes optar a ciertos privilegios (por ejemplo, más facilidades a la hora de viajar). Sin embargo, si tu puntuación es baja serás castigado y tu mundo será mucho más restrictivo. De hecho, puede que hasta se muestre tu foto en público para exponer tu deshonra. Sería como una especie de videojuego, con la pequeña diferencia de que afectaría a toda tu vida.

Suena a una especie de distopía, ¿verdad? Por muy sorprendente que parezca, no se trata de un episodio de ‘Black Mirror‘, sino que es una imagen que se podría producir en China en un futuro no muy lejano.

Sigue leyendo «China y sus estudios sobre el crédito social»