«Las grandes capitales se quedan sin jóvenes por el precio de la vivienda»

La noticia la da el Financial Times, «Young buyers are being priced out of global city property», pero como es de pago pongo el link de El boletín. Las capitales, tradicionalmente foco de atracción de los jóvenes, se están volviendo tan caras que la media de edad de sus habitantes lleva aproximadamente una década subiendo. No sucede en las ciudades, en general, sino en aquellas ciudades de importancia global. Estamos hablando de compra: supongo que aún existirán los pisos alquilados repletos de estudiantes o pisos patera en las afueras.

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Pero el hecho es que los inmuebles en las ciudades se están volviendo tan caros que los jóvenes no pueden acceder a ellos y tienen que alejarse de las capitales: los precios del alquiler de las afueras de Madrid y Barcelona, por ejemplo, no dejan de dispararse. Todo ello implica que la distancia a recorrer para acceder al trabajo cada vez requiere más tiempo para la clase media, por lo que el tiempo de trabajo efectivo aumenta (supongamos las ocho horas, más la pausa para comer de una, más dos horas de trayecto ida y vuelta… estamos en once horas diarias dedicadas al trabajo, de las supuestas dieciséis que deberíamos pasar despiertos).

Vienen a la mente las palabras de Bauman en Vida líquida cuando hablaba de los ciudadanos que siguen al capital, vaya éste donde vaya, y las construcciones colosales como La Défense de París. Son habitantes de la ciudad que no la habitan: sólo necesitan un despacho físico y unos pocos servicios, no la viven como algo propio, como un lugar en el que estar. Requieren, eso sí, puntos reconocibles: Starbucks, Zaras, Apples y demás, es decir, homogeneidad comercial, corporaciones inundando las principales arterias comerciales de las ciudades.

SIguiendo con Bauman, si en los barrios de la ciudad sólo pueden habitar determinadas personas, se pierde también la calidad del espacio público: si cerramos la entrada a la mitad pobre de la población, ese porcentaje no tendrá motivos para acudir al barrio, a menos que se dén turismo u otros, por lo que la heterogeneidad, la exposición a la otredad, disminuye.

No olvidemos la importancia del gran capital y los fondos de inversión, del turismo, de la conversión de pisos en hoteles mediante airbnb; todo ello supone una amenaza para la diversidad social y la accesibilidad (hasta llegar al ideal, el Ágora de que también hablaba Bauman) que son necesarios en una ciudad.

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