«El surgimiento de la ciudad inteligente como nueva utopía urbana», de Manu Fernández

En la última lección del curso Ciudades en Crisis y Nuevas Políticas Urbanas de Joan Subirats hablaba Manu Fernández, del que os destaqué su blog (en el que un día me perderé durante horas y del que sin duda escribiré multitud de artículos, porque vale mucho la pena). Uno de los artículos de la bibliografía de esa lección era precisamente una entrada en el blog de Manu extraída de su libro, Descifrar la smart city.

Descifrar las smart cities.png

Fernández analiza qué se esconde tras el concepto de smart city. Es un concepto que va a regir la conformación de las ciudades del futuro, sí, pero lo está haciendo ya en presente, es decir, las ciudades hoy quieren ser smart, quieren adaptarse al cambio; sin embargo, el concepto de smart city no ha surgido de la sociedad, no es un sustrato que ha ido calando a base de necesidades o imperativos sociales, sino que se ha generado directamente en grandes empresas de informática y telecomunicaciones, que han puesto sus poderes de influencia a trabajar para que el concepto cale y las autoridades lo compren, literalmente: para que gasten grandes cantidades de dinero en adaptarse a una necesidad que tal vez no sea prioritaria para su población.

En todo caso, la reproducción de este imaginario está sirviendo para establecer la agenda urbana de los próximos años y se trata de un término más que emergente, al haber captado ya la atención de empresas, centros tecnológicos, decisores públicos, medios de comunicación, organizaciones sociales y ciudadanos en general presentándose como el vehículo técnico y el aparato conceptual sobre el que construir el futuro urbano. El imaginario de la smart city ha encontrado un terreno fértil en un momento de cuestionamiento de las políticas públicas, de incertidumbre sobre la viabilidad de los modelos urbanos previos, promoviendo desde esta debilidad una visión particular y pretendidamente generalizable a cualquier contexto urbano, marginando otros objetivos, imaginarios alternativos o visiones críticas sobre sus potenciales efectos negativos o las diferentes aristas de una presencia tecnológica en la ciudad más compleja y problemática de lo que el relato de la smart city ha buscado establecer.

Fernández explica cómo el concepto de smart city nació de los gigantes de la comunicación. IBM, por ejemplo, lleva desde 2008 cambiando completamente su modelo de negocio para adaptarlo a la smart city, llegando a patentar el concepto «smarter city» en un intento por adelantarse a sus competidores. El término smart aplicado a la ciudad lleva ya desde los 90 corriendo por las agendas, pero no es hasta mediados de la primera década del 2000 cuando cobra fuerza. Se introduce como algo, sin determinar exactamente qué, basado en la tecnología que va a mejorar la vida de los ciudadanos en una multiplicidad de campos: movilidad, sanidad, vivienda, educación, ecología… Todo puede ser smart.

smart-city-mission-e1506085105746
Infografías de smart city; son todas taaan monas…

De hecho, el concepto es ideal para infografías, power points y convenciones (Barcelona organiza el Smart City Expo World Congress desde hace algunos años, lugar donde tienen cabida todo tipo de iniciativas… smart, es decir, todo tipo de iniciativas vinculadas, de algún modo, a la tecnología y, tal vez, lo urbano).

smart-cities
¿Os habéis fijado en que la smart city siempre es azul, conectada y llena de redes y nodos?

El error del concepto de smart city actual (o del consenso que existe tras la multiplicidad de definiciones) es que no cuestiona el modelo de ciudad: sólo se ofrece a gestionarlo o a numerarlo. La smart city permitirá mejorar la movilidad, nos dicen; y para ello la llenará de sensores que sabrán en todo momento por dónde está circulando cada vehículo y el tiempo que tarda en recorrer ese trayecto y dónde se forman las retenciones y cómo gestionar los semáforos para evitarlas; pero la movilidad smart no cuestiona, en ningún momento, si la dependencia del vehículo privado es la mejor opción para la ciudad y su movilidad. Asimismo, ofrecen mejoras en la ecología con el riego automático y opciones similares, sin entrar en que tal vez sean necesarias medidas de mayor calado para conseguir frenar el cambio climático, u ofrecen total transparencia con la publicación de todas las cuentas de las administraciones, con lo que se evitarían la corrupción y el despilfarro y se generaría una capacidad de control social de las cuentas de la administración… sin tener en cuenta la inmensidad del Big Data y lo fácil que es esconder en esa selva de números prácticamente cualquier concepto.

De esta manera, siguiendo la misma lógica que dice que quien tiene un martillo sólo ve clavos, los problemas a resolver de una ciudad en la presentación dominante de la ciudad inteligente tienen que ver con la caja de herramientas tecnológicas de las empresas que han perfilado inicialmente este discurso. Esto lleva a que cuestiones como el acceso a la vivienda, la desigualdad, el cambio demográfico o la segregación espacial, por poner sólo algunos ejemplos, quedan fuera de este punto de partida, a pesar de ser, a todas luces, problemas básicos y fundamentales de cualquier entorno urbano.

Anuncio publicitario

5 comentarios sobre “«El surgimiento de la ciudad inteligente como nueva utopía urbana», de Manu Fernández

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s