«Granjeros que hackean sus tractores lideran una revolución contra las compañías tecnológicas»

(fuente: https://motherboard.vice.com/amp/en_us/article/kzp7ny/tractor-hacking-right-to-repair)

El título parece una escena de una novela cyberpunk. Resumiendo la noticia: los tractores que usan los agricultores de las grandes plantaciones de Estados Unidos son cada vez más complejos, y se ha llegado al punto de que incorporan programas que, en cuanto detectan una avería o anomalía, o incluso el añadido de algún componente que no sea el establecido por el fabricante, se bloquean y dejan de funcionar hasta que un técnico oficial de la compañía acude a repararlo.

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Schwarting examines his combine. Image: Jason Koebler (extraída de la noticia)

El problema, similar, por ejemplo, a lo que nos puede suceder en casa con un portátil o un teléfono móvil, no iría más allá si no fuese porque, en determinadas épocas de la cosecha, los granjeros no pueden permitirse perder los dos, tres, cinco días necesarios para que llegue el técnico, haga un diagnóstico y lo repare, además del coste de dicha reparación.

John Deere, Apple, Microsoft, Samsung, AT&T, Tesla, and the vast majority of big tech firms have spent the last decade monopolizing repair: “Authorized service providers” who pay money to these companies and the companies themselves are the only ones who have access to replacement parts, tools, and service manuals to fix broken machines; they are also the only ones who have software that can circumvent encryption locks that artificially prevent people like Schwarting from working on equipment. So people like Schwarting find enterprising ways around these locks by finding unauthorized versions of software or by hacking through firmware altogether.

«John Deere, Apple, Microsoft, Samsung, AT&T, Tesla y la gran mayoría de las grandes compañías tecnológicas se han pasado las últimas décadas monipolizando las reparaciones, por lo que sólo las propias compañías y «algunos proveedores autorizados» que les pagan tienen acceso a los recambios, herramientas y manuales que permiten arreglar las máquinas. Son, asimismo, los únicos con acceso al software que permite superar la encriptación que evita que gente como Schwarting [uno de los granjeros de los que habla la noticia, que se dedica a reparar los tractores sin ser uno de los técnicos oficiales] acceda a los equipos. Por ello, Schwarting y otros han encontrado formas de sortear la encriptación recurriendo a versiones de software no autorizadas o hackeando directamente el firmware

Lo que nos lleva al debate sobre hasta qué punto somos propietarios de lo que compramos. Hay multitud de ejemplos: desde juegos que sólo funcionan si el ordenador o smartphone está conectado a internet, smartphones o tablets de cuyas reparaciones sólo la compañía se puede hacer cargo so pena de perder la garantía, programas de ordenador que no compramos, de los que sólo adquirimos una licencia. Seguramente sea más lucrativo el negocio de las reparaciones que el propio de las ventas, o sea una fracción significativa que las empresas no quieren dejar perder; pero lleva a pensar en obsolescencia programada y en el hecho de si dichas empresas no estarán, a tenor de lo que ganan con las reparaciones, reduciendo la vida útil de los aparatos. O, como se ha dicho toda la vida, la lavadora que se estropea al día siguiente de que termine la garantía.

Además, en el campo tecnológico, se suma una tendencia muy habitual en la mayoría de compañías: inflar innecesariamente de aplicaciones programas que no lo necesitan. Cada nueva actualización de un programa incorpora nuevos gadgets, mejoras, ampliaciones y detalles que, en la mayoría de ocasiones, son innecesarios, recargan el programa, lo hacen más pesado y más falible. Similar caso se denuncia en el artículo respecto a los tractores:

“The seat in my tractor is more complicated than the entire tractor [I grew up with],” Tom Schwarz, a fifth-generation farmer old me. “As tractors have become more high-tech, we do not have the ability to hook up a tractor to diagnose it, to repair it, or even to activate parts that we’ve already bought. There are used parts that are available, but if I put them on, the tractor won’t run” because of software activation locks.

«El asiento del tractor es más complejo hoy en día que todo el tractor con el que crecí», comenta Tom Schwarz, quinta generación de granjeros. «Puesto que los tractores se han vuelto más complejos, ya no podemos abrir un tractor para diagnosticar el problema o repararlo, ni siquiera para cambiar piezas nuevas. Hay piezas viejas que servirían, pero si las usamos, el tractor no funciona» a causa de los protocolos de activación del software.»

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