Shanghai New Towns

Shanghai New Tons. Searching for community and identity in a sprawling metropolis es una serie de artículos, editados por Harry den Hartog, alrededor de una iniciativa creada para la ciudad de Shangai. Dicha iniciativa, llamada One City, Nine Towns, quería crear nueve ciudades alrededor de la capital china con diversos motivos europeos, con la intención de hacerlas más atractivas a los ciudadanos de Shangai para que decidiesen ir a vivir allí. Con el paso del tiempo, sin embargo, la mayoría de ellas se han convertido en ciudades fantasma o pobladas por personas forzadas a trasladarse, con muchas de las casas vacías o adquiridas por personas o fondos de inversión ricos con la idea de especular con ellas en el futuro.

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El proyecto, empezado en 1999, fue abandonado en 2005 (los planes en China se llevan a cabo de forma quinquenal). La idea era atraer tanto al público extranjero (con ciudades similares a las que conocían) como a chinos de clase media-alta en busca de nuevas zonas donde vivir. Las ciudades son amplias, con grandes avenidas y muchos parques. También fueron diseñadas con la idea de buscar formas alternativas ante la monotonía que impera en las megápolis chinas, tan enormes y de un crecimiento tan desaforado que cualquier intento de urbanismo alternativo queda fuera de las posibilidades.

Shangai es una ciudad enorme donde los precios de las viviendas no dejan de subir pero que al mismo tiempo no deja de recibir inmigración, a menudo del campo y por lo tanto bastante pobre. Conviven clases tan dispares que es habitual la creación de muros o vallas para separar unos espacios de otros. Por ello, el desarrollo de la iniciativa parecía, a priori, una buena idea. Se encargó a arquitectos de renombre europeos que llevasen a cabo los proyectos, pero, en la mayoría de los casos, y debido a diferencias culturales y de ejecución, por ejemplo en los tiempos de unos y de otros, la colaboración no llegó a buen puerto o se limitó a una fina capa superficial que cubre los nuevos pueblos de estética europea, pero se queda en mero simulacro. En parques temáticos, de hecho. La más conocida de las ciudades, Thames Town, que imita la estética británica, es un lugar de peregrinaje de parejas de recién casados en busca de fotos perfectas para el día de su boda.

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Especialmente interesante nos parece el artículo New Town Models, de Laurence Liauw Wie Wu, donde compara el desarrollo urbanístico de Hong Kong con el de Shangai. Hong Kong primó la mezcla de distintos niveles de vida en las mismas zonas, por lo que, al crecer, se ha convertido en una mezcolanza donde el urbanismo no es bello ni heterogéneo, pero la población sí lo es. Shangai, en cambio, optó por la separación de clases.

While Hong Kong has encouraged mixed-income housing, Shanghai’s new towns are almost exclusively aimed at hingh-income residents. Hong Kong has rebuilt the high-density city in a rural territory connected by rail, while Shanghai is building luxury suburbs connectec by highway.

[…] Conventional urbanism would argue that mixed-density and diversity is a good thing for cities, and that high-density generic environments are socially and economically undesirable. But Hong Kong has proved otherwise with its sustainable compact city model of undifferentiated urban types occupying less than 30 percent of land cover.

El autor acaba denominando a las ciudades europeizadas de Shangai como «variaciones de un parque temático», en referencia al libro de Michael Sorkin.

El siguiente artículo, Tracing the Politics of Space in One City and Nine Towns, de Martin Nieuwenhuis, traza una historia del urbanismo en China desde principios de su historia hasta la actualidad, con especial atención a la unidad de trabajo, o danwei, que se desarrolló durante la época comunista. El danwei consistía en grupos de trabajadores que también cohabitaban y, en general, llevaban a cabo su vida en forma de comunidad, atendiéndose los unos a los otros (para lo bueno, tender lazos entre ellos, y para lo malo, denunciar al partido toda actividad sospechosa o irregular). El tema del danwei lo vuelve a tratar Mari Fujita en The Reimagination of the Chinese City, explicando que sus orígenes se sitúan en la unidad de trabajo americana de los años 40 del siglo pasado, aunque pronto adoptó la idea del «superbloque» soviético hasta llegar a la forma definitiva alrededor de 1960, cuando incluía el lugar de trabajo, de residencia y los servicios sociales así como los registros de cada trabajador que formaba parte de él. Destaca Fujita que, cuando un nuevo danwei era construido, lo primero que se edificaba eran los muros. Cada danwei formaba una unidad en sí mismo, y a menudo los miembros de cada uno sólo se relacionaban entre ellos.

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En el artículo final, Harry den Hartog recoge el concepto de superbloque para explicar que las ciudades chinas se están construyendo siguiendo dicho patrón, es decir, como contenedores prácticamente autónomos, cuando no independientes, situados unos junto a otros y conectados mediante carreteras o autopistas. En un país en el que la mayoría de la población aún no tiene coche, si acaso sólo moto. Por ello, la interacción de las personas se limita en la vía pública a los centros comerciales o las zonas próximas al hogar que conforman también ese nuevo danwei.

Las nuevas ciudades y pueblos que se erigen en China lo hacen con la intención de absorber trabajadores migrados del campo. A menudo, han perdido sus raíces al desplazarse; y las zonas que se están creando no favorecen la integración. Tampoco los centros, entregados a la gentrificación más desaforada.

As a result of the hukou system [que podríamos traducir como el sistema de pasaportes que sólo permite desplazarse legalmente a unos pocos, convirtiendo a los otros en indocumentados] and an increasing link between one’s income level and the xiaoqu [literalmente: distrito pequeño, en la práctica interpretado como la zona donde uni vive y trabaja] to which one belongs, spatial and social segregation are on the rise, and the fact that urbanization has come to be regarded as a form of «civilization» reinfores the distinction between «urban» and «rural» even further.

A la nueva clase rica, además, le gusta la ostentación, dejar claro que tienen ese dinero y han conseguido dicho ascenso social. Todo ello conduce a ciudades enormemente segregadas.

Den Hartog interpreta, en este contexto, que las Nine Cities del proyecto original pueden entenderse como una semilla para formas alternativas del crecimiento. Incluso, siguiendo las doctrinas de Rem Koolhas, del que el autor no parece estar en desacuerdo: «el urbanismo postmoderno genérico parece un set de rodaje reemplazable», las nuevas ciudades tienen valor, pues consiguen, por ejemplo, que los novios se desplacen a ellas y las traten como a un estudio fotográfico, por lo que al menos generan dinero.

No compartimos la misma opinión en el blog. Y parece que numerosos artículos que retratan las ciudades fantasmas europeas que rodean Shangai comparten nuestro punto de vista. I, II, III, IV.

África, la próxima fábrica del mundo

Damos con un artículo publicado en La Vanguardia de Irene Yuan Sun, consultora en McKinsey y autora del libro The Next Factory of the World: How Chinese Investment is Reshaping Africa. El artículo trata sobre cómo la industria china ha empezado a desplazar sus fábricas a África, en un movimiento (capitalista) bastante lógico: durante los últimos 30 años, el capitalismo occidental encontró en China su filón dorado, un lugar donde los derechos humanos y laborales no eran muy tenidos en cuenta, donde la mano de obra era barata y donde la protección medio ambiental tampoco suponía un gran coste. En 30 años, como todos sabemos, China ha pasado de país pobre a potencia que rivaliza con Estados Unidos (y en algunos aspectos lo supera, hablamos del crédito social chino, la tecnogobernanza, pero también podríamos hablar del crecimiento de sus ciudadescrecimiento de sus ciudades).

Ahora que China ya no es tan pobre, al menos gran parte de su población, es lógico que empiece a deslocalizar sus fábricas a un continente que aún lo es: África. El artículo explica la historia de la propia autora, cuando, recién terminada la universidad, fue a África a dar clases a niños analfabetos. El máximo futuro posible para esos niños, parecía, iba a ser vivir la vida de sus padres y seguir siendo agricultores; por mucha educación que la autora pudiese impartirles, ése no parecía ser el camino hacia una vida mejor. En esas conoció a un empresario chino, al que describe como déspota, putero y sobornador, que, sin embargo, estaba consiguiendo, con sus fábricas y generando empleo, darles a los trabajadores la opción de una vida mejor.

Ésa es la dicotomía que subyace en el artículo: todos conocemos los desmanes de la industrialización, los hemos tratado innumerables veces en este blog a propósito, sobre todo, de las ciudades inglesas durante la Revolución Industrial. Similares desmanes suceden en cada progresiva industrialización (la china ha sido un ejemplo, con sus múltiples casos de sobornos, corrupción y ciudades inundadas de smog), por lo que, por una parte, da miedo la que se pueda avecinar sobre África, sus habitantes y sus recursos ecológicos. Por otro lado, son precisamente esos cambios los que han generado nuestras sociedades actuales y, sobre todo, las ciudades tal como las conocemos, las urbes, metrópolis, megápolis, ciudades globales; no hablaríamos de Haussmann sin la producción de las fábricas ni de globalización, capital flotante o gentrificación sin la desterritorialización propiciada por las TIC.

De ahí el tono agridulce que usa la autora: porque, pese a que no le desea a ningún país ese trago, también es consciente de los progresos que puede llevar; y porque África es esencialmente distinta a China, como China lo fue a Europa, y porque la industrialización allí llevará a procesos distintos de resultado aún desconocido. Ésa es la parte fascinante.

Artículo extraído de aquí.

África, la próxima fábrica del mundo

Una investigación en cuatro países africanos concluye que China, deslocalizando sus industrias y financiando otras, está propiciando en África lo mismo que sucedió dentro de sus fronteras: la industrialización, lo único capaz de reducir significativamente la pobreza. Como lo fue China en el pasado, pronto será África la fábrica del mundo


África, la próxima fábrica del mundo
Trabajadores en una fábrica de alimentación en África (GCShutter)
Irene Yuan Sun

Irene Yuan Sun es consultora en Mckinsey y autora de “The Next Factory of the World”

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Sólo tengo 30 años, pero he sido testigo de una época en que las calles en China tenían atascos de bicicletas y no de coches. Tal ha sido la velocidad de la transformación del país, provocada por el auge de la fábrica china. En el cuarto de siglo transcurrido desde que me subí por primera vez a un coche, China ha pasado de producir un 2% de la producción manufacturera mundial a producir un 25%*.

Durante ese tiempo, el PIB de China se multiplicó por treinta, y fue posible sacar de la pobreza a 750 millones de personas, la cifra más alta jamás alcanzada en un único período de la historia del mundo. China pasó de ser más pobre que Kenia, Lesoto y Nigeria a rivalizar con Estados Unidos por el título de mayor economía mundial.**

Sin embargo, por impresionantes que sean esas cifras, para mí, las verdaderas señales de desarrollo son los pequeños detalles que sólo son capaces de apreciar quienes han tenido que vivir sin ellos. Mis favoritos: Sprite ya no se considera como un capricho extraordinario, sino un refresco cotidiano; la gente hace ahora cola en el aeropuerto y no se empujan ferozmente; los establecimientos disponen de papel higiénico en los aseos; y nadie piensa que subirse a un coche sea algo especial. Sigue leyendo «África, la próxima fábrica del mundo»

Alternativas para burlar los sistemas de reconocimiento facial

Las revoluciones de Hong Kong se están convirtiendo en un escaparate del uso de las nuevas tecnologías aplicadas bien a la revuelta social, bien al control social. Cada paso que da un bando, el otro intenta contrarrestarlo. Por parte de las autoridades ya existían el aterrador sistema del crédito social chino y el control de las comunicaciones, que los manifestantes intentaron burlar usando aplicaciones alternativas para reunirse y organizar las protestas; luego, por ejemplo, la policía ha pasado a usar mangueras con aguas teñidas de azul, para poder reconocer a los disidentes cuando ya se hayan dispersado y detenerlos.

Pero esta lucha (desigual, todo sea dicho) es sólo la punta de lanza en un Estado que, no nos engañemos, disimula poco sus métodos. Aunque nos parezca muy lejano, una lucha similar se da en nuestras calles (no en intensidad, ojo, no estoy comparando sino haciendo un símil): acérquense ustedes a una ciudad mediana y cuenten cuántos metros pueden andar sin encontrar una cámara. Les digo que en Barcelona es casi imposible, y en el centro probablemente se puedan contar con un dedo de la mano los puntos donde no estás siendo enfocado a la vez por un puñado de ellas. Los sistemas de reconocimiento facial están a la orden del día: no sólo los usaba la fenecida Picassa, por ejemplo, con aterradora eficacia (y ya hace años de aquella aplicación) sino que los siguen usando Facebook, Apple, cualquiera de las grandes: para desbloquear los aparatejos tecnológicos, sin ir más lejos, o cada vez que etiquetamos a alguien en instagram y le regalamos más información a las corporaciones.

En este blog somos malpensados. No hace falta recurrir a teorías de la conspiración para ver que, en cuanto les interese, las grandes compañías usarán todos esos datos para ganar dinero, si no lo hacen ya. Llevamos un localizador en el bolsillo, la mayoría de nosotros, que desbloqueamos una media de 150 veces al día por costumbre, sin verdadera necesidad de consultar algo. Pero, aunque no lo llevásemos, el Big Data puede saber dónde estamos en todo momento simplemente reconociendo nuestras caras. Y en este blog, donde no es que tengamos nada especial que ocultar pero tampoco nos apetece que nadie fuera de nuestro entorno tenga por qué saber dónde andamos ni para qué, nos hemos interesado por las alternativas existentes para engañar los sistemas de reconocimiento facial.

El primer problema que encontramos es que hay multitud de formas tecnológicas (¿usan la luz?, ¿infrarrojos?) y ya no digamos algoritmos diferentes para llevar a cabo lo mismo, por lo que habría que saber a qué nos enfrentamos para decidir qué alternativa usar. Las propuestas aquí (tras una búsqueda sencilla en internet, no vayamos tan lejos) suelen burlar un único sistema; ninguna de ellas es disimulada y en todo momento quedará claro lo que pretendemos, al menos al resto de la población que ande por las calles.

CV Dazzle e Hyperface

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Desarrollado por Adam Harvey, «artivista», el sistema en el que se basa es el de distorsionar los algoritmos de reconocimiento: un punto muy importante es el del puente de la nariz, donde convergen la nariz, los ojos y las cejas, por lo que el primer paso consiste en distorsionar esa zona; el segundo, un peinado asimétrico, y luego un maquillaje o sombras que oscurezcan un solo ojo.

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Otros ejemplos del CV Dazzle.

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El mismo artista desarrolló luego otro sistema, Hyperface, que consiste en llevar ropas con multitud de rostros estampados en ellas, para confundir a los sistemas: si no pueden situar el rostro, no podrán intentar el reconocimiento.

El sistema que más se está desarrollando es, por razones obvias, el uso de determinadas gafas. Las gafas son un accesorio no especialmente distorsionador del rostro, por lo que no nos serñalarán en el metro mientras las llevamos. Veamos algunas:

Gafas Privacy Visor

Creadas por el Instituto Nacional de Informática de Japón, estas gafas reflejan la luz del techo en la lente de la cámara, por lo que convierten en virtualmente invisible la zona alrededor de los ojos. Otro modelo, las Reflectacles tienen un efecto similar:

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Gafas con rostros de famosos

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Las gafas no tienen realmente rostros de famosos, pero consiguen convencer a los algoritmos de que somos otras personas mediante el uso de píxeles en la montura. Discretas tampoco son.

Incognito

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Un sistema de joyas colocadas alrededor del rostro que al reflejar la luz impide situar los principales puntos de reconocimiento.

La máscara de URME

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Algo más extremo que las anteriores, el «artivista» Leonardo Selvaggio, de Chicago, vio la oportunidad perfecta para combinar arte y negocio: como forma de luchar contra el reconocimiento facial, propone la creación de una máscara hiperrealista, fabricada mediante impresión 3D de su propio rostro, que vende al precio de unos 180 euros y que permite al que la lleva caminar de incógnito ante cualquier sistema. Esconderse a simple vista, lo llaman.

No podemos terminar esta entrada sin dar a conocer a Lilly Ryan, que se dedica a lo que ella define como «Scientific Hooliganism»; nos hemos enamorado de ella.

Fuentes: 1, 2, 3.

Formas alternativas de organización en las protestas de Hong Kong

Hace casi tres meses que empezaron las protestas en Hong Kong contra la ley de extradición a China y, lejos de reducirse con el tiempo, parece que van a más y que sus formas de organización evolucionan. No es ninguna sorpresa que las redes sociales se han usado durante la última década como forma de organización peer to peer que escapa al control del gobierno de turno; pero, teniendo en cuenta tanto el férreo control sobre internet que ejerce China como sus medidas, ya bastante implementadas, sobre el crédito social y lo que supone sobre reconocimiento facial, Big Data y seguimiento de sus usuarios, no es sorprendente que los habitantes de Hong Kong hayan optado por recurrir a métodos alternativos para organizar las protestas.

Copio la noticia íntegra de xataka, redactada por Raúl Álvarez.

Así es como ‘Pokémon Go’, ‘Tinder’ y otras apps se han convertido en herramientas importantísimas en las manifestaciones de Hong Kong

 

Miremos por un momento a Hong Kong y sus manifestaciones. A diferencia de las protestas de 2014, ahora no están usando Facebook ni WhatsApp. No hay aparentes líderes y todos se organizan en canales cifrados de Telegram y foros privados de internet. El envío de comunicaciones es a través de aplicaciones como Tinder y por medio de AirDrop de Apple. Se hacen reuniones clandestinas disfrazadas de quedadas de ‘Pokémon Go’ con la ayuda de conductores de Uber que también comparten su ubicación por Telegram. Así se libran en pleno 2019 las batallas por defender los derechos e ideales en Hong Kong.

A casi tres meses de que se inició el movimiento de protesta en Hong Kong, que nació como rechazo al proyecto de ley que permitiría extraditar ciudadanos hongkoneses a China, así como una disminución en ciertas libertades del país, hemos visto una escalada en la violencia donde se han incluido amenazas claras hacia los manifestantes.

Ante este escenario, los responsables de estas protestas han adoptado una ingeniosa estrategia que ha consistido en usar algunos de los actuales servicios digitales y aplicaciones móviles para comunicarse, organizarse y ocultar sus identidades.

Y es que estamos ante las movilizaciones ciudadanas más multitudinarias desde los disturbios de 1967, cuando el país aún se encontraba bajo el control británico. Y mucho de lo que estamos viendo ahora también parte de lo aprendido en aquel ciclo de protestas de 2014, conocido como «Movimiento de los Paraguas«, cuya organización se basó en Facebook y donde la policía se centró en las cabezas del movimiento para restar liderazgo y evitar que las manifestaciones crecieran.

Cuando las batallas ya no sólo se libran en las calles

En los últimos meses, hemos visto como las calles de Hong Kong han estado abarrotadas de manifestantes que buscan mantener esa cierta autonomía de China, mientras que el régimen comunista sigue buscando métodos para llevar acabo su ansiada convergencia. Esto ha llevado a que los ciudadanos se estén organizando de una forma impresionante con acciones que nunca antes se habían visto.

Aquí tenemos, por ejemplo, el uso de láseres contra la policía para evadir los sistemas de reconocimiento facial o la decisión de comprar billetes de tren físicos en lugar de usar la tarjeta ‘contactless’, esto por temor a ser identificados. Y es que estamos hablando de un gobierno que cuenta con un avanzado sistema de vigilancia masiva, el cual incluye desde cámaras con inteligencia artificial, hasta reconocimiento facial y corporal, así como el famoso sistema de puntaje ciudadano y de control conocido como «Crédito Social».

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Ante esto, los manifestantes se las han ingeniado para para mantenerse en pie de lucha aprovechando las herramientas que hay a su alcance. En inicio comenzaron con mensajes cifrados vía Telegram, pero tras el ataque DDoS a la plataforma, que el CEO de Telegram achacó a las autoridades chinas, han tenido que ponerse aún más creativos.

Los manifestantes también se apoyaron en un inicio en Twitch, donde transmitían información dirigida a la población, pero el gobierno chino encontró la manera de bloquear estos canales.

Ante esto, los ciudadanos ahora están haciendo uso de ‘Tinder’, donde han creado perfiles que muestran detalles del origen de las manifestaciones, lo que está pasando en el país, desde el punto de vista de los manifestantes, y pidiendo apoyo para que se sumen y difundan la información a más personas. Todo este tipo de comunicados e información se difunden en las mismas fotos de perfil, pero tras hacer «match» con alguno de estos perfiles, es cuando pueden estar en contacto y comunicarse con algunos de los miles de hongkoneses que están detrás de esto, y de quienes se desconoce su identidad.

tinder

Pero Tinder es apenas la punta del iceberg, ya que también están usando el sistema de transferencia de archivos de Apple, AirDrop, el cual sirve para llegar a una mayor cantidad de usuarios anónimos en lugares públicos y llenos de gente, como el transporte público. Aquí se aprovecha el que muchos usuarios de iPhone lo tienen habilitado por defecto para recibir archivos de cualquier persona, por lo que los manifestantes pueden envíar imágenes con información de las protestas y paros.

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AirDrop también está ayudando a difundir la información entre la población de China, quienes no pueden tener acceso a algunas de las aplicaciones móviles y plataformas debido al ‘Gran Firewall’. Incluso se ha reportado que algunos turistas han recibido este tipo de imágenes en sus iPhone cuando viajan en trenes o el metro, lo cual se ha convertido en una nueva forma de repartir folletos informativos en la calle.

Mapa Pokemon Go
Imagen que invita a diversas quedadas de Pokémon Go que en realidad son reuniones cuyo objetivo es que evolucionen en protestas.

 

Uno de los casos más curiosos de estas herramientas es el uso de ‘Pokémon Go’, ya que tras la prohibición de la policía a las manifestaciones, los ciudadanos han decidido crear eventos masivos de ‘Pokémon’ cuyo objetivo es que evolucionen hasta convertirse en protestas multitudinarias.

Image1 Otra imagen que invita a un evento de caza de Pokémon, que en realidad es una reunión para manifestarse contra China.

Ante el riesgo que significa manifestarse tras la prohibición, lo cual muchas veces deriva en arrestos y ataques, los ciudadanos usan canales privados de Telegram para informar desde la ubicación de la policía, la situación de los diferentes frentes, hasta la ubicación de puestos de primeros auxilios, máscaras contra gas, gafas protectoras, botellas de agua y ‘Ubers de escape’.

Uber Hong Kong Imagen que llama a voluntarios en Uber a sumarse a las protestas.

Dentro de estos canales también se encuentran voluntarios de Uber, quienes se ponen en contacto con los administradores de los canales para compartir su ubicación en tiempo real, y así los manifestantes puedan tener una vía de escape inmediata en caso de que aumente la violencia. Los conductores de Uber tienen desactivada la aplicación y localización en la app, y todo se hace a través de Telegram. De hecho, antes de cada protesta se dan a conocer diversos puntos de recogida para llevar gente a las manifestaciones, y posteriormente se define el sitio para casos de evacuación.

Pero además de todas estas plataformas y aplicaciones, los manifestantes usan LIHKG, el llamado Reddit de Hong Kong, donde se organizan y dan a conocer los días y horas para las siguientes protestas, que no sólo están disfrazadas de reuniones de ‘Pokémon Go’, también son «grupos de lectura de la Biblia» y «tours turísticos por la ciudad». Así como la realización de pequeños vídeos en Douyin, la versión china de TikTok.

China se suma a la batalla digital

Pero los ciudadanos no son los únicos que están aprovechando las herramientas digitales para comunicarse y organizarse, ya que el mismo gobierno chino ha estado implementando estrategias que buscan informar a los ciudadanos, tanto de China como de Hong Kong, su versión de los hechos y el cómo estas manifestaciones están afectado la imagen del país en todo el mundo.

Desde hace unas semanas, China ha estado difundiendo vídeos pro-militares en Douyin, la versión china de TikTok. Algunos de estos vídeos muestran simulacros antidisturbios ejecutados por el Ejército Popular de Liberación, así como vídeos con amenazas claras hacia los manifestantes.

 

Por ejemplo, en uno de los vídeos aparece Yang Guang, representante de la Oficina de Asuntos de Hong Kong y Macao en China, advirtiendo a los manifestantes que «los que juegan con fuego perecerán por ello». Y en un segundo vídeo el mismo representante amenaza con que el castigo desde China llegará y «sólo es cuestión de tiempo».

«Me gustaría advertir a todos los criminales: nunca juzguen mal la situación y no confundan nuestra compostura con debilidad».

Esta misma semana, China publicó un inquietante vídeo donde tropas militares se dirigen a la frontera de Hong Kong, esto tras la toma del aeropuerto por parte de los manifestantes, que llevó a la cancelación de más de 1000 vuelos.

También han aparecido fotografías aéreas en redes sociales mostrando a las tropas chinas junto a la que a día de hoy ha sido la advertencia más clara ante una posible intervención: «Nos toma 10 minutos desde Shenzhen… al aeropuerto de Hong Kong».

En la ciudad china: miradas sobre las transformaciones de un imperio

Entre noviembre de 2008 y febrero de 2009 se llevó a cabo una exposición en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona llamada En la ciudad china: miradas sobre las transformaciones de un imperio. Desarrollada en colaboración con la Cité de l’Architecture et du Patrimoine (París), pretendía ser una mezcla entre un retrato y un acercamiento multidisciplinar a la historia y le evolución de las ciudades chinas. Conscientes de la enormidad de la tarea, los autores son los primeros en afirmar que no se puede acometer tal trabajo con la pretensión de darlo por terminado, sino tan sólo llevar a cabo una serie de acercamientos que se dieron en forma de artículos muy variados en temática (arquitectura, historia, hidrografía, sociología) y en disciplina (hay vídeos, documentales, exposiciones, fotografías).

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Como resultado de la exposición se publicó este libro, que recoge la mayoría de las aportaciones. Se trata de un libro muy bien editado, rico en detalles y que apasionará a cualquier persona interesada en la historia del gigante asiático. Los artículos están agrupados por temas y van desde introductorios hasta muy especializados, por lo que son para todos los públicos, y acompañados de una amplia bibliografía para todo aquel que quiera profundizar en el tema. Hay tres artículos que reseñaremos a continuación especialmente interesantes para la temática del blog, pero nos dejamos otros muchos por el camino cuya lectura ha sido profundamente enriquecedora.

«Del territorio y sus mitologías», de Catherine Bourzat, habla de la concepción del territorio que se tiene en China y de los muchos cambios a que ha sido sometido en función de sus propias necesidades, ya sea a manos de las enormes obras faraónicas que se han llevado a cabo últimamente o por las enormes migraciones de población.

«Zhongguo, el Imperio del Medio, se ha convertido en un espacio polarizado de megalópolis habitadas por millones y millones de personas. El imperio agrario ha dejado el campo atrás para adoptar costumbres urbanas y ceder su lugar a ciudades nuevas, efervescentes y donde la periurbanización, la red viaria y la especulación inmobiliaria han devorado pantanos, arrozales y huertos.» (p. 111). Bourzat recuerda que el 90% de la población China (algo más de 1.100 millones de personas) viven en una sexta parte del territorio, el equivalente a diecisiete veces la superficie total de Francia: su huella ecológica y las necesidades que generan son abrumadoras. Sigue leyendo «En la ciudad china: miradas sobre las transformaciones de un imperio»