La ciudad que nunca existió es el catálogo de la exposición del mismo nombre organizada en el CCCB por el arquitecto y profesor de estética Pedro Azara. Anteriormente realizó otras dos con una temática similar, Las casas del alma, dedicada a los lugares de reposo de los muertos en las distintas culturas, y La fundación de la ciudad, sobre los ritos que siempre acompañan al establecimiento de un enclave urbano.

La ciudad que nunca existió, como el propio comisario de la exposición presenta en el libro, se centra sobre todo en los caprichos arquitectónicos del Renacimiento. La arquitectura en la pintura no tuvo importancia hasta la llegada de la perspectiva durante dicha época. Por entonces, la ciudad obedecía a dos temas: o bien la ciudad de Dios, de arquitectura perfecta, de la cual Jerusalem era la muestra, o bien la ciudad maldita, Sodoma, Gomorra, Babilonia, incluso la nueva Roma, como muestra de la decadencia y la corrupción que la recorrían.
Los caprichos eran una temática nueva, a menudo una fantasía donde confluían, a libertado del autor, palacios, edificios, ruinas… Destacan autores como Canaletto y Panini, aunque la exposición da un lugar privilegiado a Hans Vredman de Vries, pintor holandés en cuyas pinturas el espacio interior y el exterior se confunden.
Otros destacados autores en la exposición fueron Miquel Navarro, con su serie de esculturas alrededor de la ciudad, y Giorgio de Chirico, con sus paisajes espectrales.
El tema de las arquitecturas que nunca han existido ha sido fecundo. Destacamos, por ejemplo, sólo por citar algunas:
- las ciudades espaciales de Yona Friedman;

- la New Babylon de Constant Nieuwenhuis;

- la Plug-in-City de Peter Cook, aparecida en las páginas de la revista Archigram.

- la Instant City, de Jhoana Mayer, en la misma revista.

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