TAW (y VI): The Fruits of Empire: Expenses and Revenue

Sexta y última lección sobre el Imperio Asirio impartida por Karen Radner.

¿Por qué un Imperio? Durante el siglo IX a. C., por primera vez, se usan los caballos en la guerra para algo más que para tirar de los carros: se forman las primeras unidades de caballería, que pronto se demuestran mucho más efectivas que las unidades de infantería. El problema es que aún no existen estribos y se monta sobre unas mantas, por lo que la destreza exige soldados profesionales, que se dediquen a tiempo completo a las artes de la guerra.

Hasta ahora, los carros los habían dirigido siempre los nobles, que eran los únicos con suficiente tiempo libre para entrenar, y el ejército lo formaban ciudadanos que durante unos meses al año dejaban su profesión y eran llamados a filas. En el siglo IX, el ejército se profesionaliza, con soldados que se ejercitan, y reciben una paga por ello, durante todo el año, lo que dispara la factura militar. ¿De dónde obtenía Asiria ese dinero? Pues una de las soluciones era enviar a ese ejército permanente a conquistar las provincias cercanas, o a amenazar con hacerlo: de forma que en el primer caso se amplían las provincias que pertenecen al reino, y en el segundo se consiguen estados cliente dispuestos a pagar para evitar ser conquistados. Pero, una vez amilanadas las provincias exteriores, ¿por qué no detenerse ahí?, ¿por qué dar el paso de alcanzar su soberanía y establecer un Imperio?

Por dos razones: la primera, que Asiria no era el único reino con ejércitos: en Siria acechaba Urartu, en el norte de Irán Anatolia, y hacia el sur el reino nubio de Kush; la conquista y posterior gobierno de esas provincias servía para mantenerlas en línea, para formalizar y cohesionar un Imperio que resistiese con más vigor las posibles andanadas invasoras. La segunda razón era una puramente económica, aunque fácil de disimular como social o civilizadora: la voluntad de convertir las «tierras de (el dios) Assur» en las más productivas posibles, desplazando para ello gran cantidad de población y de recursos, instalando grandes infraestructuras que permitiesen, por ejemplo, la irrigación en terrenos secos de Siria. El objetivo era obtener el mayor beneficio posible, sí, pero la consecuencia es que zonas antes estériles devenían fértiles, zonas desérticas eran repobladas, para conseguir una gran maquinaria de producción que funcionase perfectamente.

El fin de Asiria. Año 652 a. C. El dios Aššur permanece en su templo en la ciudad de Asur mientras Assurbanipal es el rey de Asiria en la ciudad de Nínive y su hermano gemelo, Šamaš-šumu-ukin, es el rey de Babilonia, tal como lo quiso su padre al morir, Esarhaddon. La relación entre ambos estados se vuelve tensa y Assurbanipal lanza una guerra contra su hermano, creyendo que éste ha conspirado contra su figura. La guerra civil dura 4 años y vence Assurbanipal, que mata a su hermano y coloca en su lugar a Kandalanu, un rey marioneta.

Pero este hecho deja al Imperio Asirio algo tocado, pues ha habido guerra civil y Assurbanipal no tiene el apoyo que tenía su padre. Cuando el monarca muere, lo sucede su hijo, Assur-etel-ilani, que no sólo se ha quedado sin padre sino que no tiene figura materna (se desconoce el porqué). En su nombre gobierna Sin-šumu-lešir, jefe de los eunucos de palacio. Sin embargo, al poco tiempo muere Kandalanu en Babilonia, y el jefe eunuco aprovecha el momento y se nombra rey de dicha ciudad, lo que provoca rebeliones tanto en Asiria como en Babilonia. Ambos monarcas acaban muriendo, el niño de nuevo en extrañas circunstancias, el eunuco a manos de un líder de la ciudad que luego se nombra rey, Nabopolassar, el quinto rey nativo de Babilonia en mucho tiempo.

El nuevo rey de Asiria es Sin-šarru-iškun, con un extraño nombre: «el dios luna lo ha nombrado rey», lo cual no es correcto para un rey de Asiria, que debería ser escogido sólo por el dios Assur.

De cualquier modo, en el 626 Nabopolassar es rey de Babilonia, donde pasa los próximos diez años afianzando su posición hasta que en el 616 lanza un ataque contra el corazón de Asiria. Al mismo tiempo, los medas de las montañas de Iran marchan contra Assur y la conquista en el 614, no sólo la ciudad sino el templo, que es destruido, por lo que el dios, ahora sin morada, abandona el lugar.

El ejército de Babilonia llega al poco tiempo y ambos ejércitos firman un pacto y atacan Nínive, que tomarán en el 612 y donde darán muerte al penúltimo rey de Asiria. Los restos del ejército asiria se repliegan hacia el oeste, hacia Harran, donde Assur-uballit II toma el poder. No es casualidad que su nombre sea el mismo que el del primer monarca asirio.

En Harran, Assur-uballit II espera, junto a sus aliados los egipcios, la última batalla, la que decidirá la suerte del Imperio, que se lleva a cabo en el 608. Los medas y los babilonios arrasan la ciudad, matan al último rey y dispersan al ejército, y durante los próximos años, los babilonios y los egipcios lucharán violentamente por conquistar los restos del Imperio Asirio, batalla que vencerán los babilonios.

Bajo la égida de Nebukadnezar, nieto de Nabopolassar, Babilonia se convierte en el centro del Medio Oeste y hereda las ciudades del corazón de Asiria, incluidas Nínive y Assur. Y, más importante aún, la población del corazón del Imperio Asirio es deportada a Babilonia, que se convierte así en la mayor y más poblada ciudad del mundo, pero también la que cuenta con una población más educada.

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