SUMG (III): Ciudades coloniales y poscoloniales

Seguimos con el curso de Sociología Urbana para un Mundo Globalizado, impartido por Patrick Le Galès.

Ciudades coloniales: ¿se debe imponer una infraestructura europea universal o es necesario buscar alternativas? Ya hemos comentado que la sociología nació en Europa y sólo a partir del siglo XIX se extendió a otros continentes. Las ciudades no fueron un aspecto importante a estudiar hasta mediados del siglo XX, hacia 1970, cuando surgieron cuestiones sobre la importancia que la colonización había tenido para la configuración actual del mundo que conocemos. Es plausible afirmar que la forma en que las ciudades se relacionan hoy en día (los flujos comerciales, por ejemplo) debe bastante a una tipología de ciudad europea, generada, sin duda, por los efectos del colonialismo. Las ciudades coloniales, de hecho, llevan en su historia y su genealogía el impacto europeo: fueron construidas como asentamientos de saqueo y expolio, con mentalidad europea.

El modelo de ciudad colonial puede que no sea tan fructífero como el de ciudad europea que vimos en el anterior capítulo, pero añade nuevos aspectos: las relaciones entre una nación, a menudo en ultramar, y las nuevas ciudades; polos de dominación, autoridad, control político y explotación económica, el legado de unas oligarquías poderosas, la estructura de relaciones desiguales.

Sin embargo, la propia concepción del modelo de ciudad colonial es compleja, pues afecta a ciudades tan dispares como Boston, Nueva York o Philadelphia, pero también a Dakar, Ciudad del Cabo, Jakarta o Manila. Veamos su viabilidad.

Plaza_en_la_Ciudad_Amurallada_de_Cartagena.jpg
Cartagena de Indias, en Colombia

¿Los colonos necesitan ciudades? (Extractos del libro Colonial Cities: Essays os Urbanism in a Colonial Context, de Robert Ross y Gerard Telkamp).

«Los europeos que fundaron los imperios fuera de sus propios continentes se preocupaban mayormente de obtener los productos que no podían obtener en Europa. Desde el punto de vista de los colonos, las ciudades eran, por consiguiente y en algunos aspectos, males necesarios, ya que eran parásitos que afectaban a los productores rurales, y que competían con los colonos en el proceso de extracción de excedentes.

Sin embargo, los colonos no podían prescindir de las ciudades: la necesidad de colonización requirió funciones urbanas. Principalmente, la necesidad de un puerto, para permitir la exportación de mercancías coloniales e importación de productos provenientes de Europa o de otras partes del mundo. […] Naturalmente, este tipo de comercio implicaba ciertos servicios asociados, por ejemplo, con los ámbitos de finanzas y seguros. Luego, a medida que se fundaban colonias, se hacían necesarios centros gubernamentales y guarniciones, lo que aumentaba la densidad urbana y generaba que, a su vez, innumerables proveedores, minoristas y artesanos llegasen al servicio de dichas instituciones.

Además, a partir del siglo XX muchas de las ciudades coloniales adoptaron establecimientos industriales de estilo occidental iniciando un proceso que transformó a las antiguas capitales coloniales como Yakarta, Calcuta, Ciudad de México en algunas de las aglomeraciones urbanas más grandes y de más rápido crecimiento del mundo.

[…] En la gran mayoría de los casos, las ciudades primates obtuvieron protagonismo gracias a su posición de intermediarios entre la sociedad colonizada y las metrópolis coloniales. Por un lado, obtuvieron su primacía parcialmente por su ubicación favorable y, por otro lado, gracias al impulso de los colonos por obtener el monopolio y el control; se mantuvieron como economías de escala en el transporte, y la necesidad de establecer un aparato gubernamental en un mismo lugar, lo que promovió una concentración aún más grande.» (Ross and Telkamp p.1-4, 1985)

O, en palabras de M. Brockney, Portuguese Colonial Cities in the Early Modern world:

«Las ciudades coloniales eran nodos de imperio».

«Al mismo tiempo, eran unidades independientes de organización social y puntos donde diversas actividades imperiales se cruzaban. […] Incluso siendo nuevas ciudades fundadas en tierras desiertas, las ciudades coloniales siempre fueron ambientes híbridos. Eran encrucijadas de culturas y estuvieron profundamente marcadas por las particularidades de las áreas que las rodeaban.» (Brockney, p.8)

Ciudad del Cabo
Ciudad del Cabo. ¿Habrá sitio para un buen puerto?

Desigualdad, segregación y el orden político colonial. La colonización a veces encontró ciudades o imperios ya edificados, aunque a menudo terminó destruyéndolos (Mayas) o reedificándolos acorde a sus necesidades (Nueva Delhi). En otros casos, simplemente se crearon ciudades donde no había nada, a menudo en puertos. Dichas ciudades estaban controladas por unas élites (a menudo de hombres blancos) que expoliaban el territorio en nombre del imperio de ultramar. Se ayudaban de algunas tribus locales que se convertían en un remedo de burguesía de la zona, afectando así a las relaciones de poder que habían existido desde antes del inicio del proceso colonizador.

En una segunda etapa, las ciudades coloniales se convirtieron en puntas de lanza desde las que el imperio podía expandirse por toda la colonia. Francia e Inglaterra construyeron grandes líneas de ferrocarril por sus colonias. A menudo se importaban ingenieros y expertos de ultramar para que las ciudades coloniales pregonasen el esplendor del imperio: catedrales portuguesas en Río, el palacio y la plaza mayor de México, estaciones masivas de ferrocarril en la India, trabajos hidráulicos holandeses en Jakarta,

Finalmente está el problema de la raza, inevitable en las ciudades coloniales. El hombre blanco mandaba, por lo que en dichas ciudades a menudo se segregaba en función de raza, generando ciudades dentro de ciudades y tematizando aspectos como el acceso a determinados lugares o servicios, es decir, una jerarquía de ciudadanos en función de sus características.

¿Un modelo de ciudades coloniales? Existe un debate abierto sobre si el modelo de ciudad colonial es válido o no. Anthony King argumenta, por ejemplo, en Colonial urban development; culture, social power and environment que el término es ambiguo, sí, dada la gran cantidad de factores que pueden afectarle pero también, sobre todo, al hecho de que implica más que a una ciudad: a toda una relación de poder entre un imperio (es decir, un estado) y una ciudad situada en otro lugar. Pero existen unos aspectos esenciales que cumplen todas las ciudades coloniales, lo que de algún modo nos valida el modelo:

  • la minoría dominante es culturalmente europea, racialmente blanca y cristiana;
  • las ciudades coloniales se crean y quedan bajo la influencia de un sistema mundial capitalista;
  • una vez que los estados colonizados alcanzan la independencia, las colonias ya han conseguido, como mínimo, una soberanía formal en su propio territorio, a menudo superior a la de la población indígena, condicionando el proceso.

En cambio, el geógrafo David Simon muestra que existen demasiados factores a tener en cuenta para considerar como válido el modelo (citando sólo algunos: los motivos para colonizar un territorio, la existencia o no de asentamientos urbanos previos, la relación entre colonos e indígenas, las distintas políticas seguidas por la élite gobernante, la relación de la ciudad una vez que el nuevo estado ha alcanzado la independencia…).

Características de las ciudades coloniales. Así pues, resumiendo, el modelo de la ciudad colonial se caracteriza por:

  1. Las ciudades coloniales se organizan en función del control político de los colonos y para fomentar la extracción de recursos, por lo que se generan grandes infraestructuras como redes de transporte o puertos, además de barracones para protegerlas y también para garantizar la protección de las élites.
  2. Los colonos querían destruir las religiones previas, por lo que la iglesia siempre fue una gran aliada en la colonización. Se evidencia tanto por la presencia de iglesias y catedrales en lugares centrales de las ciudades coloniales, pero también por la educación religiosa, por ejemplo.
  3. Con el tiempo, los colonos acabarían desarrollando infraestructuras públicas de salud, educativas, hidráulicas y edificios administrativos para recaudar impuestos y llevar a cabo la burocracia.
  4. A menudo, la proyección de la ciudad obedece urbanísticamente a la segregación entre élites e indígenas y a la protección de los primeros respecto de los segundos.
  5. Esta separación, sin embargo, encontró límites naturales: las élites tenían sirvientes o empleados (indígenas) y necesitaban colaborar con grupos locales para alcanzar una gobernabilidad viable en la ciudad. La influencia de los indígenas, por lo tanto, se nota en cada ciudad, forma parte de su historia, generando ciudades híbridas, confluencia de dos culturas, ya sea una historia de cooperación o de conflicto.
  6. Por último, las ciudades coloniales se caracterizan por enormes desigualdades entre aquellos que acumulan las riquezas, el estatus y el prestigio y la población pobre abandonada o marginalizada en los barrios, normalmente, aunque no siempre, en la periferia de la ciudad.

Legado de la colonización: las ciudades poscoloniales. Norteamérica y Latinoamérica fueron colonizadas durante los siglos XV al XVII. En África, la mayor parte fue entre 1870 y 1960. Se puede situar, más o menos, el fin de la colonización alrededor del fin de la Segunda Guerra Mundial.

Pero los efectos de la colonización no desaparecieron al terminar ésta, y es por eso que hablamos de ciudades poscoloniales, con tres aspectos esenciales:

  • el legado del colonialismo es esencial en la ciudad (es decir, todos los aspectos que hemos enumerado: suelen ser puertos, importancia de infraestructuras de transporte, división y jerarquización implícitas en la estructura de la ciudad…);
  • la forma en que se emplea la autoridad, a menudo se dan situaciones violentas, corrupción, inequidad;
  • a menudo el discurso dominante sigue siendo el europeo, o el impuesto por unas élites o bien occidentalizadas o bien ayudadas por el poder imperante (europeo) durante la colonialización.

(Más información: aquí un capítulo del libro de Garth Andrew Myers African Cities: Alternative Visions of Urban Theory and Practice).

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