El animal público, de Manuel Delgado

Está claro, en este orden de cosas, que la ciudad no es lo mismo que lo urbano. Si la ciudad es un gran asentamiento de construcciones estables, habitado por una población numerosa y densa, la urbanidad es un tipo de sociedad que puede darse en la ciudad… o no. (…) Lo que implica la urbanidad es precisamente la movilidad, los equilibrios precarios en las relaciones humanas, la agitación como fuente de vertebración social, lo que da pie a la constante formación de sociedades coyunturales e inopinadas, cuyo destino es disolverse al poco tiempo de haberse generado. Una antropología urbana, en el sentido de de lo urbano, sería, pues, una antropología de configuraciones sociales escasamente orgánicas, poco o nada solidificadas, sometidas a oscilación constante y destinadas a desvanecerse enseguida. Dicho de otro modo, una antropología de lo inestable, de lo no estructurado, no porque esté desestructurado, sino por estar estructurándose, creando protoestructuras que quedarán finalmente abortadas. Una antropología no de lo ordenado ni de lo desordenado, sino de lo que es sorprendido en el momento justo de ordenarse, pero sin que nunca podamos ver finalizada su tarea, básicamente por sólo es esa tarea.

Y en la página 11 de El animal público, tras un año y medio de búsquedas y lecturas sin atreverme a darle un nombre al campo que quería estudiar, finalmente Manuel Delgado lo definió: la antropología de lo urbano. El libro entero es una delicia, un recorrido apasionante y una descripción de la configuración de lo urbano hoy en día, la forma cómo los seres urbanos se mueven y ordenan y reordenan constantemente, seres liminares en tránsito, siempre al acecho por descubrir en los demás aquello que esconden de sí mismos.

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Manuel Delgado es profesor de antropología religiosa en la UB. Se licenció en Historia del Arte, Doctor por la UB en Antropología, estudios en la Sorbona de París… Su currículo es impresionante. Ha estudiado lo urbano, lo religioso, el culto, la violencia, la construcción de la identidad… Su blog es una maravilla, una ristra de perlas. Tuve la suerte de tenerlo como profesor de la asignatura Antropología Cultural, donde nos dio un respaso a toda la antropología hasta acabar enfocándose en cómo ésta ha tratado los temas modernos, como son la microsociología (recuerdo a Goffman y Simmel) y lo urbano. Creo que todo este blog, y todo lo que voy buscando sobre el tema de las ciudades, los flujos, lo urbano, las nuevas formas de organización social (smart cities, uberización de la economía y precariedad laboral, flash mobs, nativos digitales…), creo que todo eso, decía, proviene de ahí, de esas clases que nos dio y las lecturas que nos recomendó. Por eso, supongo, me supo tan bien reencontrarlo (como autor) y leer este ensayo.

«Si el ámbito de lo privado está definido por la posibilidad que supuestamente alberga de realizar una autenticidad tanto subjetiva como comunitaria, basada en lo que cada cual realmente es en tanto que persona y en tanto que miembro de una congregación coherente -el hogar, una comunidad restringida de afines-, el espacio público tiende a constituirse en escenario de un tipo insólito de estructuración social, organizada en torno al anonimato y la desatención mutua o bien a partir de relaciones efímeras basadas en la apariencia, la percepción inmediata y relaciones altamente codificadas y en gran medida fundadas en el simulacro y el disimulo.»(p. 12). «El sentimiento de vulnerabilidad es, precisamente, lo que hace que los protagonistas de la vida pública pasen gran parte de su tiempo -y en la medida que les resulta posible- escamoteando u ofreciendo señales parciales o falsas acerca de su identidad, manteniendo las distancias, poniendo a salvo sus sentimientos y lo que toman por su verdad. La desconfianza y la necesidad de preservar a toda costa lo que realmente son del naufragio que les depararía una exposición excesiva ante los extraños, hace de los seres del mundo público personajes clandestinos o semiclandestinos, perfiles lábiles con atributos adaptables «entregados a todo tipo de juegos de camuflaje y a estrategias miméticas, que negocian insinceramente los términos de su copresencia de acuerdo con estrategias adecuadas a cada momento. La vida urbana se puede comparar así a un gran baile de disfraces, ciertamente, pero en el que, no obstante, ningún disfraz parece completamente acabado antes de su exposición.» (p. 14).

Viene la mente constantemente el concepto de liminalidad de von Gennep de la que hablamos en los ritos de paso: al salir del hogar, de un sitio estable donde se está a salvo y se es uno mismo, uno abandona todos los lazos y se convierte en ser sin fronteras ni definición. Pero, puesto que el tránsito como ser liminar implica el acercamiento a otros seres de la misma tipología -también entidades en tránsito, vulnerables, descaracterizadas-, son necesarias argucias para despistar sus intentos de desenmarañamiento. Máscaras, disfraces, imposturas, que variarán en función de si el usuario de lo urbano está en la calle, el metro, una cola o una cafetería. «La persona en público puede parecer dominada por un estado de sonambulismo o antojarse víctima de algún tipo de zombificación, hasta tal punto actúa disuadida de que toda expresividad excesiva o cualquier espontaneidad mal controlada podría delatar ante los demás quién es en verdad. El hombre de las calles es un actor que paree conformarse con papeles mediocres, a la espera de su gran oportunidad. (…) los seres del universo urbano no son «auténticos», pero en cambio pueden presumir de vivir un estado parecido al de la libertad, puesto que su no ser nada los constituye en pura potencia, disposición permanentemente activada a convertirse en cualquier cosa.» (p. 15). Potencia generada por su liminalidad, por su desposesión de atributos y potencialidad, por ello, de adquirir cualesquiera nuevos. Tensión que late y se nota en una manifestación, en una turba, en una concentración lo bastante amplia para que no haya rasgos característicos; en el andar por una calle transitada.

(continúa en De la ciudad a lo urbano)

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